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Cómo escribir mejores descripciones de personajes
Escribir buenas descripciones de personajes es una de las cosas más complicadas para un escritor, especialmente en lo que se refiere a los protagonistas. Si has hecho un buen trabajo previo (como uno de estos ejercicios para conocer mejor a un personaje), sabrás mucho sobre ellos. Pero ¿cómo hacer que lo sepa también el lector?
A continuación vamos a ver cinco maneras de describir a nuestros personajes con sutileza, de manera que logremos que el lector los vea con claridad, sin necesidad de escribir pesadas y minuciosas descripciones de personajes.
Además, te ponemos algunos ejemplos para que veas más claramente las mejores formas de abordar la descripción de un personaje.
Pero no olvides que la descripción de tus personajes no debe tener más peso que el desarrollo de su arco dramático, tal como puedes aprender en el Curso de Novela. No importa lo bien trabajadas que sean tus descripciones si no has cuidado apropiadamente la evolución de tus personajes.
1. Ropa
A menos que la moda sea muy importante en el desarrollo de la trama, no conviene detenerse a describir de forma prolija lo que visten nuestros personajes. En lugar de ello, podemos incluir pequeños detalles sobre su vestuario durante el desarrollo de la acción o en las acotaciones de los diálogos.
Ejemplo: en vez de «Para asistir a la cena, Ana llevaba una blusa azul de seda y una falda ajustada negra», podemos incluir ese detalle dentro de la acción: «La salsa, servida sin cuidado, salpicó la blusa azul de seda de Ana y se deslizo hasta su falda.»
2. Rasgos físicos
A la hora de hacer descripciones de personajes, no es necesario describir de arriba abajo su cuerpo o su aspecto, ni siquiera de los protagonistas. Basta con incluir un par de rasgos físicos relevantes que proporcionen al lector los datos necesarios para saber quién es el personaje.
Ejemplo: un par de rasgos bien elegidos pueden decir mucho sobre la personalidad del personaje que describen.
La frase «Ana recogió su cabello bien cuidado en una coleta que dejaba al descubierto las pequeñas perlas de sus pendientes», describe a una mujer sofisticada, probablemente profesional y madre de familia.
Mientras «Ana se enfundó en unos estrechísimos pantalones y añadió más fijador a su pelo para asegurarse de que se mantenía de punta», nos describe a una mujer absolutamente diferente: joven, rebelde, iconoclasta.