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Los fulanos de Green Pease, hicieron sus barrabasadas en Nasca, y el Ministerio de Cultura y los jueces hicieron su número. Pero lo que se viene para la Necrópolis de Ancón no tiene nombre.
Las Necrópolis de Ancón, llamadas así por Julio C. Tello, son un yacimiento arqueológico único en su género. Se extienden desde la parte alta del Cerro San Pedro, al sur del Balneario de Ancón, hasta la salida de la quebrada de Canarias que se desplaza al Norte al sur de Pasamayo, enmarcada por el Cerrito de La Luz y que alcanza el Cuello de Huáchoc, en conexión con el valle del Chancay.
Arqueológicamente es un lugar impresionante en grado sumo, pues aquí realizaron excavaciones los científicos alemanes A. Reiss y R. Stubel, a fines del siglo XIX, produciendo un voluminoso tratado, en Inglés y en Alemán (The Necropolis of Ancon – Das Totenfold von Ancon). Posteriormente el lugar ha recibido el interés de Julio C. Tello, Julio Espejo Núñez, Toribio Mejía Xesspe, Pedro Eduardo Villar Córdoba, William Duncan Strong, Alfred L. Kroeber, Gordon Willie, Edward Lanning, Luis Felipe Gálvez de Castro, Federico Kauffmann, Francisco E. Iriarte Brenner (tesis de Bachillerato).
Ancón cuenta a la fecha con un pequeño Museo de Sitio que ocupa una mínima parte del área de la Necrópolis, pero la mayor extensión está ocupada inadecuadamente por construcciones rústicas que cubren extensos yacimientos arqueológicos de diversos momentos del proceso histórico nacional: desde el precerámico (Cerrito de la Luz) hasta testimonios de la Guerra con Chile, como los que se acompañan en el Diario de las Excavaciones.
Mucho del material de la necropompa que acompañaba a los antiguos entierros se encuentra incorporado a depósitos museísticos: textilería, tallas de madera, cerámica de variado estilos desde chavinoides, especímenes Paracas Cavernas, Baños de Boza (Blanco sobre Rojo), Lima, Teatino, Wari-Tiwanaku, inka, etc. Sin embargo, ello no representa ni el 5% de los especímenes de hueso, lagenaria, metal, madera, etc. que podemos encontrar aquí.
Pues bien, estamos ante un conjunto de gobernantes ignorantes -o, a lo mejor, invasores de otros mundos- que no vacilan en permitirse actos de salvajismo impensados en una sociedad pretendidamente civilizada, que obligadamente protege los testimonios de la vida y el arte de nuestros antepasados, como se proclama desde las alturas del poder.
Pero la destrucción sigue y seguirá, como lo demuestra el nuevo puente sobre el Chillón, viaducto que posibilitará una mejor, mayor y más fácil movilidad entre Lima y la bahía. Similar efecto lo tendrá el proyecto de la avenida que supuestamente debe unir El Callao con Ancón, que se desplazará paralela al mar. Y, a todo esto ¿Cuál es la posición oficial del Colegio de Arqueólogos del Perú? La Ley es clara: los Colegios Profesionales tienen el derecho y la obligación a opinión.
¿Qué hacer? Las actuales autoridades estatales, universidades, los profesionales de la arqueología saben que existe normatividad al respecto, así que se trata solamente de cumplir con la Ley y tener presente prioritariamnente lo siguiente:
1. Declarar la intangibilidad de sectores del área, que no deben ser tocados por los intereses urbanísticos o de otro orden, que se pretendan.
2. Concertar con los interesados, procesos de liberación de contenido arqueológico de sectores de la Necrópolis, que pueden ser empleados en los requerimientos modernos, como ya se hizo anteriormente.