Que relación existe entre la democracia y fiestas patrias

Respuestas

Respuesta dada por: flcordova1990
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Explicación:

Representación y democracia: consideraciones preliminares

Este trabajo se origina en la idea de que las relaciones de representación política son un elemento clave para entender, analizar y problematizar la democracia. Se podría decir que esta aseveración constata un dato trivial: las relaciones entre electores, partidos, gobernantes y legislaturas, son constitutivas de la democracia. Esta consideración, a su vez, tiende a dar por sentado que las cuestiones relativas a la representación democrática están circunscritas a la operación de los partidos y el régimen político, y que, a fin de cuentas, este conjunto de procesos engloban la política democrática. Si las cosas fueran así, la teoría política podría dejar de preocuparse por entender las transformaciones políticas contemporáneas y dedicarse a la exégesis de los textos clásicos.

Sin embargo, hay diversos motivos que invitan a repensar la relación entre la representación y la democracia. En primer lugar, se encuentra el hecho de que las instituciones representativas atraviesan por un momento en el que su credibilidad se encuentra mermada. Por regla general, la opinión pública desconfía de políticos, partidos y parlamentos. Esto no significa que las expectativas democráticas hayan disminuido, pues numerosas formas de acción e intervención públicas consiguen motivar y movilizar con eficacia a los ciudadanos. Pero de cualquier forma, esos problemas de credibilidad y confianza hacen necesaria una nueva reflexión acerca de la relevancia y el futuro de la democracia representativa (Alonso, Keane y Merkel, 2011).

En segundo lugar, es una realidad que los mecanismos representativos del gobierno democrático coexisten actualmente con una amplia variedad de formas de gobernanza colaborativa y participativa. Es innegable que los movimientos sociales y los instrumentos de participación y democracia directa, se están convirtiendo en mecanismos que sirven como complemento a las instituciones representativas en el cumplimiento de las tareas del gobierno democrático (Peruzotti y Seele, 2009).4 Sin embargo, la relación de complementariedad que existe entre las instituciones representativas y los mecanismos de gobernanza participativa, tiende a concebirse como si se pusieran en juego dos modalidades diferentes y separadas de acción política. No siempre se alcanza a ver que los formatos y episodios de acción pública y gestión participativos, contienen elementos propios de las relaciones de representación democrática: procesos de autorización, reivindicaciones públicas, pretensiones de legitimidad y mecanismos de control, entre otros. Los elementos representativos de las modalidades de gobernanza participativa, son una cuestión que debería atraer más poderosamente la atención de los especialistas.

En tercer término se encuentra la necesidad de ir más allá de la aparente tensión irreductible entre el principio democrático y el gobierno representativo (Manin, 1997; Pitkin, 2004; Wolin, 2004). Para muchos, el gobierno representativo puede ser asumido como el precio que hay que pagar por la institucionalización de la soberanía popular.5 La escala y diferenciación funcional de las sociedades modernas, por ejemplo, impiden reproducir a escala sistémica un modelo comunitario, directo y participativo de la democracia. Si se quiere legitimidad democrática en los Estados contemporáneos, es ineludible que existan elecciones, partidos y parlamentos. Desde cierto punto de vista, el precio que es necesario pagar por la democracia, es alto, pues su carácter procedimental puede convertirla en un sistema elitista, distante del ciudadano común y con pocos controles efectivos sobre el quehacer de los políticos profesionales. En cambio, los partidarios del gobierno representativo, más afines a la filosofía política liberal, ven las elecciones y los pesos y contrapesos, como un antídoto contra los posibles excesos del "pueblo" en el poder, o simplemente como una forma de dejar asuntos tan importantes como las decisiones políticas en manos de los más aptos.6

Este trabajo sostiene que para entender mejor el funcionamiento de la gobernanza democrática, es necesario contar con una comprensión de la representación política que haya dejado atrás el supuesto de que existe una tensión de origen, de carácter normativo, entre el gobierno representativo y la soberanía popular. La idea de que existe una contradicción de origen entre la representación y la democracia, puede considerarse válida si se asume que:

1. La democracia es una forma de autogobierno que se conduce con apego a la voluntad general de los ciudadanos.

2. Sólo la participación directa de los ciudadanos produce resultados democráticamente legítimos.

3. Las instituciones representativas convierten a la democracia en un juego competitivo destinado a asegurar la rotación de las élites en el poder.

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