¿Que hace Federico Ozanam por los pobres? (la tarea es de catedra vicentina no es de historia) ok
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Respuesta:La Iglesia celebra hoy la fiesta del beato Federico Ozanam, un seglar comprometido con su sociedad, con la Iglesia y con los pobres. Recorrer su vida es acercarse a una persona fielmente seguidora de Jesucristo en los pasos de Vicente de Paúl.
De la introducción de la biografía de Federico Ozanam que la Hija de la Caridad María Teresa Candelas escribió en 1997, en el mismo año de su beatificación:
Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío» (Juan 20.21)
Durante su larguísima y fecunda historia al servicio de los seres humanos, de su salvación, entendida esta última como entera, completa y no únicamente espiritual, la Iglesia extendió el mandato de Cristo que precede a estas líneas, no siempre del mismo modo.
Ciñéndonos a los últimos tres siglos de su historia, que son los que realmente interesan a la intención de presentar este importante texto de Sor María Teresa Candelas, H. C., el vuelco en su interpretación eclesial es realmente formidable. Efectivamente, de una misión que se entiende en la práctica como vinculada exclusivamente a aquellos que han dedicado su vida a seguir los consejos evangélicos con la intensidad de la consagración, el Concilio Vaticano II vuelve a las raíces mismas del Evangelio y nos recuerda que es misión de todos aquellos que, a través del Bautismo, hemos recibido el sacerdocio común y real de Cristo afirmando: «…incumbe a todos los laicos colaborar en la hermosa empresa de que el divino designio de salvación alcance más a más a todos los hombres de todos los tiempos y de todas las tierras. Ábraseles, pues, camino por doquier para que, a la medida de sus fuerzas y de las necesidades de los tiempos, participen también ellos, celosamente, en la misión salvadora de la Iglesia» (Constitución Dogmática Lumen Gentium 33).
Varios siglos atrás, San Vicente de Paúl irrumpe en la vida de la Iglesia suscitando una conmoción profundísima. La visión del Cristo pobre y abandonado, servido desde la secularidad que, aun asumiendo votos anuales, es una auténtica revolución en un mundo que no concebía, en la práctica, la acción de la Iglesia, mas que a través de los sacerdotes (seculares o regulares), ni otra fórmula de vida religiosa femenina que aquella protegida por los muros del claustro. El nacimiento de las Hijas de la Caridad, con aquel espíritu que resumía así San Vicente: «las Hijas de la Caridad no son religiosas sino personas que van y vienen como seglares…», supuso un paso de gigante en una concepción de la responsabilidad de los laicos en la vida de la Iglesia, que retomaría más tarde Federico Ozanam, ya en el siglo XIX, para ser plenamente confirmada su validez y necesidad a la universalidad eclesial, en el Concilio Vaticano II.