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Uh B)
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ofkdokcinjcksmo B)
ok no
Criollo es una palabra que deriva del verbo "criar"; por ello, un criollo es una persona que se ha criado en un determinado territorio. En tiempos coloniales recibía el adjetivo de criollo todo aquel que tuviera todos sus linajes de origen foráneo o europeo. Por ejemplo, padre y madre de origen español, aunque nacido fuera de la "metrópoli"; esta sola circunstancia hacía que los criollos, aunque pudieran tener muchos privilegios respecto a las otras "castas coloniales", se encontraran en desventaja ante las prerrogativas de los administradores coloniales provenientes de Europa.
Una razón de peso significativo es que muchos de estos se autoclasifican blancos. Este problema se produce desde los llamados países de mayoría nativo-mestiza hasta los países de mayoría criolla. Una de las razones antropológicas para entender este fenómeno histórico en Latinoamérica se da por las relaciones interraciales en las colonias que sirvieron de base cultural para el subcontinente. [cita requerida]
En el siglo XVIII se fueron ahondando en las colonias españolas de América las diferencias entre criollos (o españoles americanos) y españoles peninsulares (nacidos en España), debido a que los Borbones les quitaron poder político a los primeros en detrimento de los segundos, nombrando en los cargos solo a peninsulares. Ello derivó en una activa competencia, y en un enfrentamiento que fue aumentando a lo largo del siglo. Algunos testigos presenciales, así lo señalaban en la década de 1740:
No deja de parecer cosa impropia... que entre gentes de una nación, una misma religión, y aún de una misma sangre, haya tanta enemistad, encono y odio, como se observa en el Perú, donde las ciudades y poblaciones grandes son un teatro de discordias y continua oposición entre españoles y criollos. Basta ser europeo o chapetón, como le llaman en el Perú, para declararse contrario a los criollos; y es suficiente el haber nacido en las Indias para aborrecer a los europeos.
Al mismo tiempo, durante todo el siglo XVIII se fue produciendo la confluencia entre indígenas, mestizos, mulatos, morenos, negros, etc., vale decir, las llamadas castas inferiores con los criollos, debido a la afinidad que se iba estableciendo entre ellos:
Los criollos, lejos de ser aborrecidos, eran respetados, y por muchos también amados; los indios los llaman viracocha, como el nombre de un inca de ellos. Nacidos entre los indios, amamantados por sus mujeres, hablando su lengua, habituados a sus costumbres, arraigados en el suelo por la permanencia de dos siglos y medio y convertidos casi en un mismo pueblo, los criollos, repito, no tenían por lo general sobre los indios sino una influencia beneficiosa. Maestros de los indios en la religión, los párrocos y sacerdotes, criollos en su mayor parte, estaban siempre en conflicto con los gobernadores españoles para proteger a los indios; las casas de los criollos eran un asilo seguro para aquellos que, admitidos a la servidumbre doméstica, encontraban un destino muy dulce y muchas veces afortunado. Obsérvese bien, finalmente, que los criollos, no siendo más aquellos intrépidos conquistadores que todo lo sacrificaron a la sed del oro, ni aquellos que sucesivamente fueron llevados por la misma pasión a esos remotos climas, son en consecuencia más dóciles a las voces de la naturaleza y de la religión.
Por eso, después de reprimir la sublevación tupamarista de 1780 en el Perú, se comenzó a evidenciar contra los criollos mala voluntad de parte de la Corona Española, especialmente por la Causa de Oruro juzgada en Buenos Aires, y también por la demanda entablada contra el Dr. Juan José Segovia, nacido en Tacna, y el Coronel Ignacio Flores, nacido en Quito, quien había ejercido como Presidente de la Real Audiencia de Charcas y había sido Gobernador Intendente de La Plata (Chuquisaca o Charcas, actual Sucre).