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Respuesta:
Recién había salido de la estación del subte, en una tarde nublada donde pocas gotas de lluvia caían del cielo. Ella usaba un “jean” nuevo de color azul petróleo, una remera musculosa color celeste y unas zapatillas azules y blancas que no suelen usarse para hacer deporte. También llevaba un bolso del mismo color que su vestimenta inferior.
Mientras caminaba por la húmeda vereda, observaba, con sus ojos miel, el caminar de la gente. No había sido un buen día y, para colmo, toda la imagen parecía tener un filtro azul. Ésto, sólo la tornó más triste de lo que ya se encontraba. Esas seis cuadras hasta su destino, se volvieron eternas.
Ella conocía bien la razón de su desamparo emocional, podía entender perfectamente ese sentimiento de ausencia que la decepcionaba. Aún así, no sabía como resolverlo.
La ausencia de contención que experimentaba, era casi indescriptible. Nunca se había sentido tan decepcionada de la gente, nunca se había sentido realmente sola. Esa sensación nunca le sentó bien, amaba estar entre personas, sentirse acompañada, y la idea de encontrarse física y emocionalmente sola, la hizo sentir un fracaso.
¿Cómo era posible que, teniendo todo lo que necesitaba, se sintiera tan vacía? Con ese pensamiento, una lágrima cayó sobre su bolso. Su pecho se contrajo, no porque tuviera problemas en el corazón, sino por la angustia que drenaba de los recuerdos de las palabras dichas, y de las promesas sin cumplir.
De repente, un pensamiento cruzó por su mente, quizá ella no se sentía así por lo dicho, sino por lo que nunca pudo confesar. En ese instante recordó lo que solía hacer cuando se sentía de esa manera, sólo se encerraba en el baño a llorar y lamentarse por lo que sucedía, para salir luego de allí con una falsa sonrisa. No quería que la gente supiera que estaba mal, ella lo consideraba una debilidad.
“Las chicas no lloramos, siempre debemos estar perfectas. Debemos ser perfectas. Aunque nos sintamos mal, siempre debemos estar hermosas, con una gran sonrisa y cantidades excesivas de maquillaje. No queremos que nuestras ojeras se noten, o que nuestros ojos enrojecidos revelen lo que en realidad sentimos”. Ese pensamiento la hizo sentir más miserable, menos merecedora de verdadera compañía. Sentía que ni siquiera su gato la extrañaba.
Explicación:
Jajajajaja perdón