Escribe una historia relacionada con el desplazamiento en Colombia.

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Respuesta dada por: lauracruz8073
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Lina Mercedes Caro Banquez es enorme: alta, manos grandes, sonrisa amplia y un espíritu inquebrantable que le ha permitido sortear con dignidad su condición de víctima del conflicto armado. “Hago de mis debilidades una fortaleza”, afirma con su voz serena.

Mira con sus ojos negros la máquina de coser Triumph, que es una de sus herramientas favoritas para confeccionar pijamas, el negocio que quiere consolidar: “Me veo de aquí a unos años despachando mercancía a todo el país y, por qué no, exportando a Europa”.

l año pasado, la Fundación Trasvida, que trabaja con cuarenta mujeres cabeza de hogar que son víctimas de desplazamiento forzado y se ha establecido en Soacha, cerca de Bogotá, le otorgó a Lina una unidad productiva de confección de ropa dotada con máquina plana, fileteadora, máquina collarín y mesa de corte, que instaló temporalmente en una bodega contigua a su casa, donde se le facilitó asistir a recibir los talleres de confección que les impartieron junto con las otras beneficiarias.

Con este emprendimiento, Lina espera poder ganarse la vida ahora que está muy lejos de su pueblo, Marialabaja, en Bolívar, de donde huyó un día aciago de septiembre del 2008, cuando se enteró de su inclusión en una lista negra. El grupo paramilitar que dominaba esa zona de los Montes de María la había sentenciado a muerte.

Según se consigna en ‘Una nación desplazada, informe nacional del desplazamiento forzado en Colombia’, elaborado por el Centro Nacional de Memoria Histórica, el municipio de Marialabaja, que tiene 48.079 habitantes, acumula en los últimos años la exorbitante cifra de 29.394 desplazados.

Buena nueva

Sin embargo, la cicatriz de ese exilio forzado no ha hecho que Lina pierda el optimismo que la caracteriza. Las pequeñas sorpresas de la vida la ayudan a mantenerlo.

La más reciente buena nueva la asaltó una mañana, cuando alguien de la escuela Arturo Tejada la llamó al celular. “La Unidad de Víctimas me postuló a una convocatoria que buscaba seleccionar prendas de vestir diseñadas por mujeres víctimas de la guerra”.

Dos pijamas de algodón le permitieron continuar en este proceso, en el cual recibirá capacitación para aprender nuevas técnicas y diseños. “De aquí a unos años quisiera vender mucha ropa y ser una reconocida diseñadora de modas. Estoy luchando por salir adelante a pesar de ser una mujer desplazada y con una enfermedad terminal (cáncer papilar). Eso, por el contrario, me motiva a demostrarles a los demás que soy una guerrera”.

Las pijamas de Lina, las cuales promoverá Arturo Tejada, fueron seleccionadas tras un riguroso proceso, en el cual un equipo de diseñadores fotografió sus prendas y analizó los acabados y la calidad de materias primas. Destacaron que, al ser confecciones ciento por ciento algodón, pueden ser usadas en cualquier región: desde la gélida Bogotá hasta la caliginosa Marialabaja.

“Que mi ropa llegara a mi pueblo sería una forma muy bonita de recordarle a mi gente –que hace años no me ve y pensará que estoy muerta– que aquí sigo en pie”.

Hace poco, mientras solicitaba ayudas en el Servicio Jesuita a Refugiados en Colombia, le anunciaron que un consorcio italiano está interesado en apoyarla si conforma una cooperativa junto con otras mujeres emprendedoras. Ya viene haciendo gestiones con sus conocidas y espera ver los resultados más temprano que tarde. El tiempo, en su condición, es apremiante.

Como no cuenta con una fuente fija de ingresos, para ella es complicado adquirir los insumos para fabricar pijamas y, mucho más, la logística y la infraestructura que requiere la apertura de un local comercial para vender la ropa. “Hago prendas por pedidos o vendo puerta a puerta, aunque no es fácil”.

Otro gran problema para ella ha sido encontrar un espacio para sus máquinas, ya que el contrato de arrendamiento de la bodega que Trasvida le asignó para depositar los equipos expiró, y no cuenta con los recursos para costearse un espacio adecuado. “Los obstáculos para nosotras las mujeres desplazadas son innumerables, pero no hay de otra: toca continuar”.

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