– ¡Pero si tú eres un tigre! ¡Un tigre, no una oveja! El asustadizo animal, le respondió: – ¡Beee, beee! El gran tigre se dio cuenta de que el pobre no era consciente de quién era en realidad. – ¿Con que esas tenemos? ¡Levántate y ven conmigo! Muerto de miedo, el joven tigre se levantó y le siguió hasta un estanque. – ¡Baja la cabeza y mírate en el agua! ¿Lo ves? ¿Ves tu reflejo? ¡Tú eres como yo, un tigre grande y fiero, y los tigres grandes y fieros no balan ni comen hierba! El ingenuo tigre observó su aspecto de arriba abajo y se dio cuenta de que era muy diferente a su familia adoptiva. Por primera vez en su vida se sintió tigre y no borrego. – Anda, vente conmigo. Veo que las ovejas te han criado con ternura y prometo que no les haré daño, pero tu sitio no está aquí, sino con nosotros. El joven tigre se despidió de sus compañeras y les dio las gracias por haber sido tan buenas con él. Después, siguió al gran tigre hasta su nuevo hogar. La manada le recibió con los brazos abiertos pero quién más se emocionó con su llegada fue una hermosa tigresa que lo reconoció nada más verlo porque era su mamá ¡La alegría que sintieron al reencontrarse fue indescriptible! Su madre y sus nuevos amigos se ocuparon de enseñarle a rugir y comer carne como corresponde a los tigres adultos. Con el tiempo aprendió a ser él mismo, y aunque con las ovejas había sido muy dichoso, reconoció que este era su ambiente, el lugar que le correspondía de verdad. Por fin, en su vida, todo encajaba a la perfección. Carcajada para arriba corrija los errores de ortografía añadiéndoles signos de puntuación, admiración etc
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¡Beee, beee! El gran tigre se dio cuenta de que el pobre no era consciente de quién era en realidad. – ¿Con que esas tenemos? ¡Levántate y ven conmigo!
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