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Observa detenidamente esta obra, Palinuro. ¿No es el retrato de un náufrago; náufrago, también, como tú?Mírale la frente: en ella lleva el temporal y como apuntara Alfred de Musset en alguna parte: alza la cabeza en medio de la tormenta como un piloto asustado. Cuán aturdido se le ve: sólo deténte un instante en su nariz afilada y lo comprobarás tal como yo lo he hecho pues su tranquilidad es tan solo aparente. Es un pintor, amigo Palinuro, que en plena faena ha detenido sus labores: la paleta cuelga a su espalda y qué bien nos descubre que hoy ha trabajado poco: hoy quiere pensar. En su atolondrada mente lleva, tal vez, su propia Batalla de Marengo. ¿Tienes tú, también, tu propia Marengo, amigo náufrago? Yo la tengo y pienso en ella de tarde en tarde. Opino que pensando en su propia Batalla de Marengo este lindo mozo busca no desacreditarse ante sí mismo. Tiene la mirada puesta, Palinuro, en la Obra, que es siempre el resultado del conjunto de sus creencias y a pesar de que es de suponerse la elemental inestabilidad de sus ideas -pues no puede ver nada ni leer nada sin que le influya y ponga en crisis su precario sistema de ideas- es un melting pot de Credulidad y de Resolución.
Tú, timonel caído en el inmenso mar, debes atisbar la soledad de este joven artista. Enervado por el sueño como cuando tú resbalaste por la borda del navío, inclinada la cabeza contra su diestra, uno puede inferir con facilidad que no está en un café, ni en un garito, no en el burdel, no en una reunión de otros jóvenes artistas que en el fondo es, de todos los eventos sociales, el más repulsivo que hay, sino en soledad. Y ahí sin palabras de aliento ni una sonrisa de impulso, como escribiera Samuel Johnson, su botín de artista (pues la creación nunca deja de ser en verdad una especie de latrocinio) es el Amor y la Obra. ¿En qué piensas, joven artista romántico? ¡Pregúntale, Palinuro! ¿Piensas en los Maestri? ¿Acaso te entremeces pensando en las obras de Mantegna o de Tiziano? ¿O las pinturas de Rembrandt y Van Dyck se te aparecen en tropel como animales salvajes? ¿Piensas acaso en Giorgione que murió por amor y con el corazón hecho trizas a los 33? Se cuenta que le mató la peste, pero tú bien sabes cómo llamar a la bubónica: Laura, cuyos senos temblorosos y puntiagudos se estrellaban contra la rompiente de tu alma ¿no fue así ¡oh, buen timonero! que no pasará una noche más sin que seas devorado por caníbales de dientes romos?
Depongo la escritura porque el cielo se enturbia…
Espero que te ayude :)
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