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Pese a lo que su evocador nombre sugiere, la conocida como Ruta de la Seda no era una ruta en la que se intercambiara principalmente este tejido. Tampoco una única ruta o trayecto que cruzaba el continente asiático para unir el lejano Oriente con Occidente, sino una red de rutas de intercambio comercial, cultural y tecnológico ( y también de enfermedades) que irradiaban desde Asia Central. Durante 1500 años permitieron conectar China con el Mediterráneo, jugando un papel decisivo en el tránsito a la Edad Moderna.
LA SEDA Y LA SERICULTURA
En su vertiente mercantil, la Ruta de la Seda era una red de comercio de proximidad y a pequeña escala, con mercancías pasando de unos comerciantes a otros en los mercados y centros de intercambio que trufaban el trayecto. En uno y otro sentido circulaban alimentos y animales, especias, materiales, cerámica, artesanía, joyas y piedras preciosas. Y aunque su nombre sugiera lo contrario, la seda no era la principal mercancía. Es más, nunca recibió esta denominación durante los casi 1400 años que la Ruta de la Seda se mantuvo operativa. El nombre fue acuñado siglos después, en 1877, por el geógrafo alemán Ferdinand von Richthofen, debido a que este era el producto más valorado y apreciado entre los nobles y dignatarios del Imperio Romano.
La exclusividad y el absoluto secretismo que rodeaba a aquel exquisito tejido procedente del otro extremo del mundo sedujo a las altas esfera de Occidente. Y es que se trata de una de las fibras más antiguos conocidas y empleadas por la humanidad: el descubrimiento de la seda y el origen de la sericicultura se remontan a la China del tercer milenio a.C. Según la leyenda, la emperatriz Hsiu Ling Shi —esposa del “Emperador amarillo”— la descubrió accidentalmente mientras tomaba un té bajo una morera, cuando un capullo cayó en la taza y comenzó a desenmarañarse. La emperatriz quedó fascinada por aquellos hilos brillantes y descubrió que era el gusano Bombyx mori el que los producía para formar su crisálida. A raíz de dicho hallazgo, desarrolló la sericultura y en su empeño, se dice que inventó también el carrete y el telar.
Sea o no cierta la leyenda, lo que sí es seguro es que las primeras referencias documentadas sobre la seda y su producción en China datan de esa época. Y progresivamente, se fue extendiendo por Asia, para alcanzar más tarde el Mediterráneo europeo a través, precisamente, de la Ruta de la Seda. Aún así, China mantuvo durante siglos el monopolio del mercado, instaurando un absoluto secretismo sobre su procedencia y procesado. Hasta que en el s. VI d.C el imperio bizantino se hizo con el secreto, pasando a controlar dicho mercado en la cuenca mediterránea. Y tras la conquista de Persia por los árabes en el s. VII, la sericicultura se expandió definitivamente por Arabia, África y Al-Andalus.
CUATRO INVENTOS PARA UN NUEVO MUNDO
La seda es un ejemplo de los productos que se expandieron por la Ruta de la Seda, y el telar un ejemplo de las tecnologías que se extendieron y colonizaron las regiones por las que discurría. Aunque ni mucho menos la más importante. La industria del vidrio y del cuero, y las armas y máquinas de guerra occidentales viajaron desde Occidente para ser introducidas en el Lejano Oriente. En tanto que Occidente se benefició de cuatro inventos procedentes de China que iban a perfilar el nuevo mundo (y su nuevo orden): el papel y su manufactura; las técnicas de impresión, la pólvora y la brújula.
Por su parte, las técnicas de impresión mecánicas surgieron en China no más tarde del s. VI d.C. Las primeras se basaban en planchas de madera, en las que se grababan textos y que permitían una rápida reproducción en serie en telas y en papel. Y en el s. XI se desarrollaron modelos móviles que más tarde iban a inspirar la invención de la imprenta por Gutenberg. El acceso de ambas tecnologías a Europa en los s. XII y XIII conllevó un profundo cambio: facilitó la transmisión de información. Esto provocó un enorme desarrollo en la educación, el comercio, las comunicaciones y la cartografía; lo que aceleró de forma definitiva el tránsito de la oscura Edad Media al Renacimiento y a la Edad Moderna
LA BRÚJULA Y EL FIN DE LA RUTA
Y por último, la brújula o aguja magnética también fue inventada en China, probablemente en torno al s. II d.C, como instrumento (en un primer momento) para la geomancia o pronosticación. Y cuando los estudiosos chinos comprendieron el comportamiento y propiedades de la magnetita surgieron las primeras brújulas, entendidas como herramientas para la orientación. Consistían en pequeñas piedras imán o agujas magnetizadas suspendidas en el aire o en agua.
La brújula jugó un papel decisivo en las grandes travesías oceánicas que impulsaron el establecimiento de nuevas rutas de comercio marítimas entre Europa y Asia y con ello la denominada “Era de los descubrimientos”, que marca el inicio de la Edad Moderna.