• Asignatura: Religión
  • Autor: juandavidroncancioba
  • hace 7 años

reflexiones de San pablo (todo) AYUDAAAA DOY CORAZÓN, CORONA Y 20 PUNTOSS


sebaspineros7465: BNO SE

Respuestas

Respuesta dada por: pr1ncess
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El relato de la conversión de san Pablo es tan denso, y lleno de simbolismo, que resulta imposible pretender analizarlo en el poco espacio disponible.

Nos limitaremos a preguntar: ¿Qué ocurrió en ese instante, en esa fracción de segundo que pudo haber durado ese rayo improviso, enceguecedor que hasta le hizo caer en tierra?  Se trató sin duda de una de esas experiencias que cambian nuestras vidas y que, por su intensidad, resultan inenarrables; esas experiencias que producen la verdadera metanoia, palabra griega que se traduce como conversión, y se refiere a ese movimiento interior que solo puede surgir en una persona que tiene un encuentro íntimo con Cristo. “Metanoia” se refiere literalmente a una situación en que un caminante ha tenido que volverse del camino en que andaba y tomar otra dirección. Se trata de morir al hombre viejo para resucitar a una vida nueva en Cristo Jesús (Cfr. Rm 1,4).

En teología, esta metanoia se asocia al arrepentimiento, mas no un arrepentimiento que denota culpa o remordimiento; sino que es producto de una transformación en lo más profundo de nuestro ser, en nuestra relación con Dios, con nuestro prójimo y nosotros mismos, iluminados y ayudados por la gracia divina.

Este encuentro fue el que le cambió radicalmente la existencia a Pablo.  En el camino de Damasco Saulo se convirtió porque, gracias a la luz divina, “creyó en el Evangelio”. En esto consistió su conversión y la nuestra: en creer en Jesús muerto y resucitado, y en abrirse a la iluminación de su gracia divina.  En aquel momento Saulo comprendió que su salvación no dependía de las obras buenas realizadas según la ley, sino del hecho de que Jesús, por amor, había muerto también por él, el perseguidor, y había resucitado.

Pablo de Tarso era un hombre bueno; un buen judío; temeroso de Dios, observante de la ley; un verdadero fariseo. Pero nunca había tenido un encuentro con el Resucitado; nunca había experimentado ese Amor indescriptible.

Cuando nos enfrentamos a esa Verdad, que gracias al bautismo ilumina la existencia de todo cristiano, cambia completamente nuestro modo de vivir.  Convertirse significa, también para cada uno de nosotros, creer que Jesús “se entregó a sí mismo por mí”, muriendo en la Cruz (Cfr. Ga 2, 20) y, resucitado, vive conmigo y en mí; sí, contigo y en ti.

Todo el que se “convierte”, todo el que ha tenido un encuentro personal con Jesús y ha experimentado su Amor infinito, su Misericordia, tiene que comunicarlo a otros, tiene que compartir esa experiencia. Por eso Pablo, tan pronto fue bautizado, se alimentó y recuperó las fuerzas, “en seguida se puso a predicar a Jesús en las sinagogas: que Él era el Hijo de Dios” (Hc 9,19).

Respuesta dada por: prodaryl123
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En la tarde del 28 de junio de 2008, durante la celebración de las Primeras Vísperas de la Solemnidad de San Pedro y San Pablo en la Basílica de San Pablo Extramuros, el Papa Benedicto XVI proclamó oficialmente la apertura del Año Paulino, que se prolongó hasta el 29 de junio de 2009, fiesta de estos dos Apóstoles.

La Ciudad Eterna, la Roma de Pedro y de Pablo, bañada por la sangre de los mártires, centro de donde tantos han salido para propagar en el mundo entero la palabra salvadora de Cristo (1), puede considerarse verdaderamente privilegiada, porque ha sido tantorum principum purpurata pretioso sanguine, bañada con la sangre de los Príncipes de los Apóstoles (2).

Durante este periodo se conmemoraron los dos mil años del nacimiento del Apóstol de las Gentes. Para fijar esta fecha, los estudios sobre la cronología paulina tienen en cuenta los datos que proporcionan sus escritos: en la Carta a los Gálatas afirma que, tras su conversión, encontró a Pedro en Jerusalén, tres años después de su fuga de Damasco (3), donde el rey de los nabateos, Aretas IV, ejercía un cierto poder (4). Esto permite datar la huida hacia el año 37 y su conversión hacia el 34-35.

Por otro lado, en los Hechos de los Apóstoles, al narrar el martirio de Esteban se califica a Saulo como “joven”, poco antes de su vocación (5). Aunque sea éste un dato genérico, de modo aproximado permite situar su nacimiento hacia el año 8.

El Año Paulino quiso promover una reflexión más profunda sobre la herencia teológica y espiritual que San Pablo ha dejado a la Iglesia, por medio de su vasta obra de evangelización. Como signos externos que nos invitan a meditar la fe y la verdad de la mano del Apóstol, el Papa encendió la “Llama Paulina”, en un brasero colocado en el pórtico de la Basílica de San Pablo en Roma y abrió también, en este mismo templo, la “Puerta Paulina”, que atravesó el día 28 de junio, acompañado del Patriarca de Constantinopla.

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