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TRIA MUNERA
El sacerdote que actúa en representación del Señor, no actúa nunca en nombre de un ausente, sino en la Persona misma de Cristo resucitado, estos tres oficios del sacerdote — enseñar, santificar y gobernar— son en realidad las tres acciones de Cristo resucitado.
Esos son los tria munera, es decir, los tres oficios de enseñar, santificar y gobernar.que en latín se dicen “ munus docendi”, “munus sanctificandi”, “munus regendi”
Ya lo decía el Cardenal Humes de la Congregación Para el Clero en el 2009 en la asamblea plenaria El ejercicio del ministerio sacerdotal se presenta fundamental, dentro de todo el Pueblo de Dios, en el responder a las situaciones que están en contraste con el Evangelio. Al respecto, es necesario retomar, con toda su fuerza, los fundamentos de la verdadera identidad misionera de los Presbíteros, en vista de la superación de los problemas que aflige la humanidad y que se refleja en la vida de la Iglesia.
El Decreto Presbyterorum Ordinis, sobre el ministerio y la vida de los presbíteros, desarrolla esta verdad cuando se refiere, en los n. 4-6, respectivamente a los presbíteros ministros de la Palabra de Dios, ministros de la santificación, con los sacramentos y la Eucaristía, guías y educadores del pueblo de Dios. Son los “tria munera” del presbítero,pero que se entiende también parcialmente que todos los bautizados tenemos por los Sacramentos de Bautismo y Confirmación participación de un sacerdocio común.
La identidad misionera del presbítero, si bien no es el objetivo explícito, está claramente presente en estos textos. El sacerdote, “enviado”, que participa de la misión de Cristo, enviado por el Padre, se encuentra involucrado en una dinámica misionera, sin la cual no podría vivir verdaderamente la propia identidad (Cf. Juan Pablo II, Pastores dabo vobis, )., Al mismo tiempo, crece la conciencia que, además de los problemas de la cultura post-moderna, se presentan, ya sea el problema del alto porcentaje de católicos que viven lejanos de la práctica religiosa, que el problema de la disminución drástica, por distintas causas, del número de quienes se declaran católicos; existe, mientras tanto, el problema del crecimiento extraordinario de las llamadas “sectas evangélicas pentecostales” y de otras sectas
Para comprender lo que significa que el sacerdote actúa in persona Christi Capitis —en la persona de Cristo Cabeza—, y para entender también las consecuencias que derivan de la tarea de representar al Señor, especialmente en el ejercicio de estos tres oficios, es necesario aclarar ante todo lo que se entiende por «representar». El sacerdote representa a Cristo. ¿Qué quiere decir «representar» a alguien? En el lenguaje común generalmente quiere decir recibir una delegación de una persona para estar presente en su lugar, para hablar y actuar en su lugar, porque aquel que es representado está ausente de la acción concreta. Nos preguntamos: ¿El sacerdote representa al Señor de la misma forma? La respuesta es no, porque en la Iglesia Cristo no está nunca ausente; la Iglesia es su cuerpo vivo y la Cabeza de la Iglesia es él, presente y operante en ella. Cristo no está nunca ausente; al contrario, está presente de una forma totalmente libre de los límites del espacio y del tiempo, gracias al acontecimiento de la Resurrección, que contemplamos de modo especial en el tiempo de Pascua.
Si hablamos de misión, debemos tener presente, necesariamente, que el enviado, el presbítero en este caso, se encuentra en relación ya sea con quien lo envía que con aquellos a los cuales es enviado. Examinando su relación con Cristo, el primer enviado por el Padre, hace falta subrayar el hecho que, según los textos del Nuevo Testamento, es el mismo Cristo quien envía y constituye los ministros de su Iglesia, ellos no pueden ser considerados sencillamente electos o delegados de la comunidad o del pueblo sacerdotal. “El presbítero encuentra la plena verdad de su identidad en ser una derivación, una participación específica y una continuación del mismo Cristo, sumo y eterno sacerdote de la nueva y eterna Alianza: es una imagen viva y transparente de Cristo sacerdote.” (Juan Pablo II, Pastores dabo vobis, 12).
El Papa Benedicto XVI nos dice” por lo tanto, el sacerdote que actúa in persona Christi Capitis y en representación del Señor, no actúa nunca en nombre de un ausente, sino en la Persona misma de Cristo resucitado, que se hace presente con su acción realmente eficaz”. Actúa realmente y realiza lo que el sacerdote no podría hacer: la consagración del vino y del pan para que sean realmente presencia del Señor, y la absolución de los pecados. El Señor hace presente su propia acción en la persona que realiza estos gestos. Estos tres oficios del sacerdote —que la Tradición ha identificado en las diversas palabras de misión del Señor: enseñar, santificar y gobernar— en su distinción y en su profunda unidad son una especificación de esta representación eficaz.
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