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Respuesta:
A su regreso a Pisco en 1916, sensible al conflicto europeo, escribió:
“Como el de la Virgen que está en el altar de la capilla atravesado por siete espadas, llorando lágrimas de sangre, así está hoy mi corazón, compañeros, por los dolores del mundo”.
Orador innato
Ese mismo año fundó la revista literaria Colónida que tuvo una vida efímera. Valdelomar fue un gran orador. Con un innato poder de encantar al público que atiborraba los auditorios para escucharlo declamar. Su seudónimo de “El Conde de Lemos” y algunas arrogantes frases atribuidas a él no nos deben llevar a una injusta conclusión sobre su personalidad.
Valdelomar sentía una sincera preocupación por la situación de la clase trabajadora. El último año de su vida lo dedicó a conocer el Perú para tener encuentros con obreros y artesanos. Lamentablemente, el ambiente bohemio en que también se movía predispuso su tendencia al uso de drogas.
Sensible a la crítica que recibía de los académicos burgueses, le escribió a un amigo:
“Yo me siento morir entre esta horda vana; mi talento es para ellos como una flor malsana.
Los que ahora me condenan, me aplaudirán mañana.”
Valdelomar no se define a sí mismo como poeta o escritor, sino como artista:
“Para los demás hombres, Dios es el bien. Para nosotros, los artistas, Dios es la belleza”.
El ser artista lo hacía sentirse especial:
“Nadie ha de comprender con que emoción secreta las más puras bellezas mi espíritu interpreta,
tú lo comprenderás porque tú eres poeta.”
En Angustia II, soneto fechado el jueves 19 de setiembre de 1919, anticipó su próxima muerte: “solo y triste, con la tristeza amarga de quien sabe que va a morir solo”. Su muerte ocurrió en poco más de un mes, en Ayacucho, cuando cayó accidentalmente desde unas escaleras. Sus restos fueron trasladados a Lima para recibir sepultura en el cementerio Presbítero Maestro.
Explicación:
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