• Asignatura: Religión
  • Autor: alizandro2040
  • hace 6 años

¿que activa en la liturgia?​

Respuestas

Respuesta dada por: skarlethvasquezcstil
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Respuesta:Hace unos cincuenta años el Concilio Vaticano II puso en marcha una gran obra de reforma y renovación litúrgica, de la que nosotros hoy tenemos los frutos, aunque qué duda cabe que hay mucho camino por recorrer. Esa reforma litúrgica se ponía en marcha pedida por los padres conciliares en la Constitución Sacrosanctum Concilium, sobre la Sagrada Liturgia, que a su vez recogía todo un siglo de investigación y profundización sobre la liturgia. Uno de los pilares básicos tanto del movimiento litúrgico, como del documento conciliar y que se aplicó en la reforma litúrgica fue el concepto de “participación litúrgica”.

Explicación:espero este bien :/

Respuesta dada por: foreverarmy50
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Respuesta:

Hace unos cincuenta años el Concilio Vaticano II puso en marcha una gran obra de reforma y renovación litúrgica, de la que nosotros hoy tenemos los frutos, aunque qué duda cabe que hay mucho camino por recorrer. Esa reforma litúrgica se ponía en marcha pedida por los padres conciliares en la Constitución Sacrosanctum Concilium, sobre la Sagrada Liturgia, que a su vez recogía todo un siglo de investigación y profundización sobre la liturgia. Uno de los pilares básicos tanto del movimiento litúrgico, como del documento conciliar y que se aplicó en la reforma litúrgica fue el concepto de “participación litúrgica”.

En efecto, la constitución conciliar sobre la liturgia se basa en unos pilares que son pocos pero muy sólidos. En primer lugar un concepto de la liturgia que no se queda en lo meramente exterior sino que pretende ir al núcleo mismo de lo que la liturgia es: la celebración del misterio de la fe. Por eso la visión que no da Sacrosanctum Concilium es una visión teológica de la liturgia, no meramente ritual, rubricista, centrada en lo que hay que hacer, en las normas, etc.

La liturgia es fundamentalmente un encuentro con Cristo vivo, presente en su Iglesia y en la liturgia a través de signos, gestos, palabras, etc. Participar en la liturgia es ante todo favorecer que ese encuentro con Cristo se pueda realizar.

Este anhelo va a estar presente durante todo el siglo XX en ese “movimiento litúrgico” que va a ser como la gran preparación providencial de Sacrosanctum Concilium y de la reforma litúrgica posterior. Los pastores y teólogos constataban desalentados un mal que aquejaba a la celebración: el alejamiento de los fieles, que no acababan de encontrar en la liturgia ese centro de la vida cristiana que la liturgia debería ser. La clericalización de la celebración, el uso exclusivo del latín y la complejidad de las celebraciones eran los grandes desafíos que se presentaban para lograr una participación activa de los fieles, y no meramente pasiva, siendo “presentes ausentes”. Cuando leemos Sacrosanctum Concilium vemos, por ejemplo en su número 48, que este anhelo ha sido perfectamente recogido en sus páginas: “La Iglesia, con solícito cuidado, procura que los cristianos no asistan a este misterio de fe como extraños y mudos espectadores, sino que comprendiéndolo bien a través de los ritos y oraciones, participen conscientes, piadosa y activamente en la acción sagrada, sean instruidos con la palabra de Dios, se fortalezcan en la mesa del Cuerpo del Señor, den gracias a Dios, aprendan a ofrecerse a sí mismos al ofrecer la hostia inmaculada no sólo por manos del sacerdote, sino juntamente con él, se perfeccionen día a día por Cristo mediador en la unión con Dios y entre sí, para que, finalmente, Dios sea todo en todos”.

Los papas recogieron y formularon este anhelo. Primero San Pío X, luego todos los demás, especialmente Pío XII, que inició una reforma litúrgica bastante interesante que luego fue asumida por la reforma litúrgica postconciliar, y sobre todo San Juan XXIII y el beato Pablo VI. San Pío X, por ejemplo, hablaba de que los fieles deberían mantener el verdadero espíritu cristiano sobre todo en la celebración litúrgica, porque en ella está su fuente primaria e indispensable, y por eso había que fomentar la participación activa en los sagrados misterios y en la oración de la Iglesia. El beato Juan XXIII se lamentaba del déficit de participación del pueblo: “Cuánto sufro al pensar que no habéis entendido las bellas oraciones que he recitado. (...) Es necesario que un día estos tesoros lleguen a ser asequibles a todos”.

Quizás la situación a la que se había llegado tenía una explicación, sobre todo por el tema de la reforma protestante y la respuesta del Concilio de Trento en el siglo XVI. Pero ahora, ya avanzado el siglo XX, era hora de dar una nueva respuesta, buscándola en la milenaria tradición de la Iglesia, que se remonta a los tiempos apostólicos.

Explicación:

espero que te ayude :)

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