que relación encuentras entre algunos principios del cristianismo y las luchas por la independencia
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Desde el ángulo de la génesis del pensamiento político moderno se puede afirmar que la Ilustración francesa llevó a cabo le procès du christianisme[1] como arma necesaria para "liberar" al orden político de todo referente a una verdad y normatividad trascendentes, a fin de recomenzar desde la voluntad humana desligada la creación ex nihilo de la sociedad y del Estado. Montesquieu, Voltaire, Rousseau y los autores de la Encyclopédie (Diderot, Romilly, Jaucourt, entre otros) representan en diversos grados las figuras de relieve de este espectáculo, en la medida en que hicieron de la libertad de conciencia y de religión el pivote sobre el que gira esta desligación.
En este ámbito, la Ilustración francesa ensayó la destrucción de los puentes que la conciencia humana había creado con la verdad cristiana (la fe y la ley divino-natural), negando su contenido objetivo y la misma posibilidad formal de conocerla. Con trascendencia no hay libertad. Arrumbar entonces la verdad trascendente que fue dada y transmitida a Europa por la Iglesia fue el objetivo.
Es cierto que el Iluminismo reconoce matices diversos según su desenvolvimiento en Inglaterra, Francia o Alemania. La Ilustración inglesa tiene una fuerte vertiente empírica, tiende al deísmo y desconoce el carácter revelado de la religión cristiana[2]. La Ilustración alemana es racionalista, admiradora del humanismo y partidaria de la "racionabilidad" del cristianismo, entendido como religión universal fundamentalmente moral[3]. La Ilustración francesa es pugnazmente anti-católica, dirige sus dardos contra el principio de autoridad religioso y político y tiende al materialismo y al ateísmo[4].
Empero, si se desciende al detalle de las fuentes, se constata tras estos matices diferenciales un denominador común: la negación filosófica de la verdad cristiana (en sus caracteres específicos de revelada, salvífica y magisterial) y el rechazo político a su calidad histórica de ley trascendente orientadora del orden político. En otros términos, la vía especulativa abierta por la Ilustración queda embridada por un impulso político: la sustitución del Regnum Dei por el regnum hominis, lo que en términos de pretensión jurídica significa denegar a la fe cristiana el derecho de regir/inspirar el orden político y la moral pública. La Ilustración puede ser caracterizada, en este sentido, como "el desplazamiento de atención hacia el hombre, la apropiación crítica de las representaciones de Dios y su transformación constitutiva por parte de la razón moderna"[5].
A este propósito escribe Pierre Manent que las armas de la libertad moderna fueron forjadas durante los siglos de la Ilustración en un áspero combate contra el cristianismo y particularmente contra la Iglesia Católica[6].
Y es que la libertad ilustrada de conciencia y de religión no es un concepto neutral, tal como hoy día se le presenta. En cuanto pretende reducir la verdad cristiana a mera opinión, se fundamenta en presupuestos filosóficos de carácter epistemológico, metafísico, teológico, político y religioso-práctico específicos. Tales presupuestos son respectivamente los siguientes: i) La subjetividad respecto a la verdad del orden del ser; ii) Las ideas no existen en cuanto expresan las esencias de las cosas, sino que son sensaciones transformadas; iii) Lo sobrenatural repugna a la razón; religión revelada y razón son inconciliables; iv) El estado social y político no es natural al hombre; y v) El odio al Papado[7].
Este último punto es compartido netamente con el protestantismo pre-ilustrado, al que la Ilustración agrega, como motor de la libertad de conciencia moderna, el rompimiento formal con la religión revelada[8].
Los philosophes adoctrinan sobre la libertad de conciencia a través de la tolerancia. Jean de Viguerie resume este concepto tan caro al Iluminismo en cuatro preceptos: i) no hacer a los demás lo que no nos gustaría padecer; ii) toda verdad es subjetiva, y, por tanto, nadie tiene derecho a imponer su norma; iii) toda religión no es más que una opinión entre otras; y iv) el Estado no tiene por qué intervenir en las cuestiones que implican una definición de la salvación eterna[9].
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