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Explicación:
Varios factores que influyen en el riesgo de diabetes tipo 2 (dieta, edad), también se han relacionado con alteraciones en la microbiota intestinal. Basándose en.
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La influencia de la microbiota intestinal en nuestro peso
La obesidad y el sobrepeso están relacionados con factores genéticos, biológicos, sociales, socioeconómicos y ambientales. En las últimas décadas, diversas investigaciones sugieren que la microbiota intestinal sea otro factor asociado al desarrollo de esta patología
Es ampliamente aceptado que los trastornos metabólicos, como la obesidad, estén estrechamente relacionados con el estilo de vida y la dieta. Ahora, grupos de investigadores y nuevas investigaciones como el proyecto europeo MyNewGut, evalúan cómo la dieta puede influir en la microbiota intestinal y, de ese modo, modificar nuestra salud metabólica y mental.
Somos lo que comemos
El término microbiota designa un conjunto de microorganismos que residen en un entorno determinado. Los seres humanos tenemos grupos de bacterias en diferentes partes de nuestro cuerpo: en la piel, en la boca, en el tracto gastrointestinal y en la vagina, entre otras.
Nuestra microbiota intestinal contiene 100 billones de microorganismos, incluyendo como mínimo mil especies diferentes de bacterias que comprenden más de 3 millones de genes, 150 veces más que en el genoma humano. De hecho, la microbiota intestinal puede pesar hasta 2 kilogramos. Un tercio de nuestra microbiota es común a la de la mayoría, mientras que los otros dos tercios son específicos en cada persona (1).
La microbiota intestinal ofrece funciones indispensables para el ser humano. Se han identificado tres funciones primarias, las cuales son, de forma general, funciones de nutrición y metabolismo, funciones de protección y funciones tróficas sobre la proliferación y diferenciación del epitelio intestinal, así como el desarrollo y modulación del sistema inmunitario. Algunas de estas funciones son (1):
Ayudar al cuerpo a digerir ciertos alimentos que el estómago y el intestino delgado no son capaces de digerir.
Contribuir a la producción de algunas vitaminas (B y K).
Ayudar a combatir las agresiones de otros microorganismos, manteniendo la integridad de la mucosa intestinal.
Desempeña un papel importante en el sistema inmune, actuando como efecto barrera.
El desarrollo de la microbiota intestinal comienza al nacer. Su composición evoluciona a lo largo de toda nuestra vida, desde que nacemos hasta que nos hacemos mayores y, al mismo tiempo, está influenciada por múltiples factores del entorno.
Factores ambientales como el incremento de la ingesta calórica y el descenso de la actividad física han sido considerados las causas del aumento de la prevalencia de la obesidad y enfermedades metabólicas. Sin embargo, la alimentación tiene un papel clave en el desarrollo de poblaciones microbianas saludables o, por el contrario, perjudiciales. Así lo constata una revisión publicada por la revista Genes & Nutrition. Las crecientes evidencias sugieren que la microbiota intestinal represente un factor importante que contribuya a la respuesta del individuo a los nutrientes (2).
La microbiota intestinal humana puede considerarse un órgano dentro de otro órgano (aparato digestivo) que ha evolucionado con los seres humanos para conseguir una relación simbiótica que lleva al equilibrio fisiológico, denominándolo como nuestro segundo genoma o segundo cerebro. Los investigadores señalan que el ser humano proporciona un entorno rico en nutrientes y la microbiota ofrece funciones indispensables que los humanos no pueden ejercer por ellos mismos. Dicho esto, se ha demostrado que la microbiota intestinal regula el metabolismo de la energía y el almacenamiento de grasa, y los investigadores creen que es una fuerza impulsora en el desarrollo de trastornos metabólicos asociados con la obesidad (Figura 1) (2).