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espero que te sirva friend
Respuesta:En el contexto económico social y político de estos últimos siglos, la corrupción ha adquirido una relevancia inquietante, ha ido ganando una alarmante presencia en varios sectores de la sociedad. En tales circunstancias, resulta insuficiente analizar este fenómeno desde una posición jurídico-moral: es necesario un estudio de la corrupción atendiendo al contexto político-social, con una perspectiva interdisciplinaria.
Existen distintas concepciones de la corrupción, según el enfoque que se adopte. Desde una perspectiva del interés público, se destaca la traición del interés público mediante preferencias particulares sobre las comunes, se entiende a la corrupción como el uso de un instrumento público para obtener un beneficio privado. Desde un aspecto legal, se subraya la desviación de la conducta de las normas públicas y legales de trabajo en aras de beneficios privados, ya sea para obtener ganancias pecuniarias, de condición o de influencia. El enfoque sociocultural sostiene que el concepto de corrupción debe definirse de tal manera que involucre no sólo el comportamiento que se desvía de las normas escritas, sino también el que se desvía de las normas de la conducta social. La perspectiva de mercado describe a la corrupción como una "unidad de maximización", mediante la cual los servidores públicos aumentan sus ganancias de acuerdo con la oferta y demanda que exista en el mercado de sus responsabilidades oficiales.
La escuela neoliberal considera a la corrupción como una de las manifestaciones de los mercados negros originados por el exceso de intervencionismo estatal. Así, cuanto más intervenga el Estado, más reglamente y más fomente la invasión de las burocracias, más riesgos hay de que se den procedimientos y mercados paralelos, que constituyen el origen de los comportamientos delictivos.
El término "corrupción" proviene del latín corrompere, que significa trastocar, alterar, echar a perder. Constituye un concepto dinámico que está condicionado por la etapa histórica de cada sociedad, es un fenómeno multidimensional, y se presenta en todos los países, con diferencias en la modalidad y los niveles jerárquicos que afecta.
Hasta los años '70 existía una visión moralista e indiferente de la corrupción, era entendida como un mal necesario para el desarrollo. En los años '80 y primera mitad de los años '90 la conciencia colectiva empezó a percibir el problema (awareness raising), hasta que en esa década se diseñaron estándares de corrupción (Convención de la OEA 1996, Convención del OCDE 1999) y se desarrollaron estrategias para combatirla (Banco Mundial, OCDE, ADB, incluso normas internas dentro de los países). A partir del año 2000, se puso énfasis en combatir la corrupción en tres dimensiones.
Algunas estrategias modernas sugeridas para prevenir la corrupción son: la revisión de sistemas de gestión de personal público, la supervisión y mejora de sistemas de compras públicas, el fortalecimiento de las funciones de los órganos de contralor, la desregulación, la digitalización de servicios y trámites, la realización de campañas de educación cívica, la aprobación de leyes de acceso a la información y la creación de organismos e instituciones anticorrupción.
En esa dirección, las herramientas básicas para medir la corrupción consisten en los índices de percepciones sobre la corrupción, los índices de experiencias en actos de corrupción y los índices que combinan percepciones y experiencias de corrupción. A su vez, existen diversas formas en las que la sociedad civil puede ayudar a combatir la corrupción, como por ejemplo denunciando casos, profesionalizándose y desarrollando encuestas para analizar áreas de mayor riesgo.
Por otra parte, la rendición de cuentas constituye un valor esencial para el efectivo funcionamiento de la democracia, que incluye el deber de informar, explicar, justificar, sujetarse a castigos y recompensas, incluir las tres dimensiones temporales (pasado, presente y futuro) y exigir una actitud proactiva. En definitiva, la rendición de cuentas puede definirse como un proceso proactivo en el que los actores sujetos a ella informan y justifican sus planes de acción, comportamiento y resultados y al mismo tiempo se sujetan a las consecuencias correspondientes.
En el mismo sentido, la transparencia es una característica esencial del Estado democrático. En un régimen autoritario, el Estado puede conocer todo de los individuos sin que los individuos sepan casi nada del Estado. Por el contrario, en una democracia, el individuo debe tener la posibilidad real de conocer la actividad del Estado y su funcionamiento (salvo excepciones), y el Estado conoce lo indispensable de los individuos. El gobierno es de la sociedad y no la sociedad del gobierno. De esta manera, transparencia significa que las razones de toda decisión gubernamental, así como los costos y recursos comprometidos en esas decisiones, sean accesibles, claros y se comuniquen al público.
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