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Desde la más remota antigüedad, la tierra (el barro, la arcilla) ha sido una de las terapias más accesible, útiles y apreciadas por hombres y animales para tratar muchas enfermedades. Incluso el instintivo consumo de arcilla por parte de animales y niños, a modo de fisiológica práctica desparasitante y depurativa, es un ejemplo de un recurso tan efectivo como ancestral e inocuo.Vale aclarar que no existe un único tipo de arcilla; cada ambiente geográfico imprime sus particulares características, pero las diferencias no modifican sus efectos terapéuticos. Sea cual fuere el origen de la arcilla, su elevada proporción de sílice y alúmina es constante, y ello le otorga las características propiedades como eficiente antiinflamatorio y cicatrizante.Otra propiedad típica es su poder absorbente, basado en sus micro-partículas que atraen diferentes clases de sustancias: gases, toxinas, bacterias, parásitos, etc. A nivel corporal, esta cualidad le permite captar elementos no utilizables en la digestión y productos de desasimilación, presentes tanto en líquidos orgánicos como en tejidos internos. Esto la convierte en excelente depurativo y desparasitante.La arcilla puede utilizarse externa o internamente, como terapia o como cosmético. El tema se desarrolla ampliamente en el fascículo “Uso y propiedades de la arcilla” de María Luz Font. Aquí simplemente referimos algunas indicaciones de uso sugeridas en el libro “Vivencias de salud a través de la arcilla” de Federico Helfer.
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Usos y aplicaciones
Desde la más remota antigüedad, la tierra (el barro, la arcilla)
ha sido una de las terapias más accesible, útiles y apreciadas por hombres y
animales para tratar muchas enfermedades. Incluso el instintivo consumo de
arcilla por parte de animales y niños, a modo de fisiológica práctica
desparasitante y depurativa, es un ejemplo de un recurso tan efectivo como
ancestral e inocuo.
Vale aclarar que no existe un único tipo de arcilla; cada
ambiente geográfico imprime sus particulares características, pero las
diferencias no modifican sus efectos terapéuticos. Sea cual fuere el origen de
la arcilla, su elevada proporción de sílice y alúmina es constante, y ello le
otorga las características propiedades como eficiente antiinflamatorio y
cicatrizante.
Otra propiedad típica es su poder absorbente, basado en sus
micro-partículas que atraen diferentes clases de sustancias: gases, toxinas,
bacterias, parásitos, etc. A nivel corporal, esta cualidad le permite captar
elementos no utilizables en la digestión y productos de desasimilación,
presentes tanto en líquidos orgánicos como en tejidos internos. Esto la
convierte en excelente depurativo y desparasitante.
La arcilla puede utilizarse externa o internamente, como
terapia o como cosmético. El tema se desarrolla ampliamente en el fascículo “Uso
y propiedades de la arcilla” de María Luz Font. Aquí simplemente referimos
algunas indicaciones de uso sugeridas en el libro “Vivencias de salud a través
de la arcilla” de Federico Helfer.
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