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El autor narra las aventuras infantiles de un pequeño niño de tan solo diez años, a quien se le consideraba el rey de los techos o terrazas y quien logra, poco a poco, apoderarse de otras azoteas vecinas siendo así ser el guardián de todo lo que encontraba. Sin duda una historia tierna, divertida y mágica. He ahí el ingenio de Julio Ramón Ribeyro en retroceder el tiempo y transformarse en simplemente un chiquillo travieso y soñador que sólo anhelaba ser escuchado y considerado como un personaje importante.Ser el conquistador de algo que sumamente no le pertenece a nadie resulta una aventura, justo un mundo donde todo niño sueña en ser el rey de algo que consigue en su camino, además de explorar tierras desconocidas y encontrar nuevos tesoros pasando por varios obstáculos, denota el heroísmo e intrepidez que todo niño anhela llevar en su jovial corazón. Tal vez Julio Ramón Ribeyro a pesar de su timidez, discreción e intimidad haga notar lo contrario a través de sus narraciones.