• Asignatura: Religión
  • Autor: ZamiMaidana
  • hace 7 años

Jeremías 29:4-9
4) Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, a todos los de la cautividad que hice transportar de Jerusalén a Babilonia:
5)Edificad casas, y habitadlas; y plantad huertos, y comed del fruto de ellos.
6)Casaos, y engendrad hijos e hijas; dad mujeres a vuestros hijos, y dad maridos a vuestras hijas, para que tengan hijos e hijas; y multiplicaos ahí, y no os disminuyáis.
7)Y procurad la paz de la ciudad a la cual os hice transportar, y rogad por ella a Jehová; porque en su paz tendréis vosotros paz.
8)Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: No os engañen vuestros profetas que están entre vosotros, ni vuestros adivinos; ni atendáis a los sueños que soñáis.
9)Porque falsamente os profetizan ellos en mi nombre; no los envié, ha dicho Jehová.
conclusión y explicación del texto​

Respuestas

Respuesta dada por: EVECAKES
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Respuesta:

ExplicacLa palabra escrita de Dios es tan verdaderamente dada por inspiración de Dios como su palabra hablada. El siervo celoso del Señor usa todo medio para beneficiar a los que están lejos, y a los que están cerca. El arte de escribir es muy provechoso para este fin; y por el arte de imprimir se vuelve sumamente provechoso para difundir el conocimiento de la palabra de Dios. El envío de Dios a los cautivos por medio de esta carta les demostraba que no los había abandonado aunque estaba descontento y los estaba corrigiendo. Si vivían en el temor de Dios podrían vivir bien en Babilonia. En todas las condiciones de vida es sabio y es nuestro deber no desechar el consuelo de lo que pudiéramos tener, porque no tenemos todo lo que quisiéramos tener. Se les manda que busquen el bien del país donde están cautivos. Mientras el rey de Babilonia los proteja, deben llevar vidas tranquilas y pacíficas sometidos a él, con toda santidad y honestidad; dejando pacientemente que Dios obre la liberación para ellos en el tiempo debido.

Vv. 8-19.Que los hombres se cuiden cuando invocan a estos profetas que eligen conforme a sus propias fantasías, y consideran que sus imaginaciones y sueños son revelaciones de Dios. Los falsos profetas halagan a la gente en sus pecados, porque a ellos le gusta que los halaguen; y hablan con suavidad a sus profetas para que sus profetas les hablen suavemente. Dios promete que ellos regresarán cumplidos setenta años. Por esto parece que los setenta años de cautiverio no tienen que ser contados desde el último cautiverio, sino desde el primero. Será lo que la buena palabra de Dios haga pasar. Esto formará propósitos de Dios. A menudo no conocemos nuestra mente, pero el Señor nunca está en la incertidumbre. A veces estamos preparados para temer que todos los designios de Dios estén contra nosotros, pero como pueblo suyo, hasta lo que parece malo, es para bien. Les dará, no las expectativas de sus temores ni las expectativas de sus fantasías, sino las expectativas de su fe; cuyo fin, ha prometido, será lo mejor para ellos. Cuando el Señor derrama un espíritu especial de oración, es buena señal de que está viniendo a nosotros con misericordia. Se dan promesas de vivificar y estimular la oración. Él nunca dijo: Búsquenme en vano. Los que se quedaron en Jerusalén serían totalmente destruidos aunque los falsos profetas dijeran lo contrario. A menudo se ha dado la razón y justifica la ruina eterna de los pecadores impenitentes: Porque no escucharon mis palabras, llamé pero me rechazaron.

 

Vv. 20-32.Jeremías predice juicios contra los falsos profetas que engañan a los judíos de Babilonia. Mentir era malo; mentir al pueblo del Señor, ilusionarlos con una falsa esperanza era peor, pero pretender que sus propias mentiras se apoyaban en el Dios de verdad, era lo peor de todo. Ellos halagaban a los demás en sus pecados, porque no podían reprobarlos sin condenarse a sí mismos. Los pecados más secretos son conocidos por Dios; y hay un día venidero en que sacará a la luz todas las obras ocultas de las tinieblas. Semaías insta a los sacerdotes a que persigan a Jeremías. Tienen sus corazones miserablemente endurecidos los que justifican hacer el mal por tener el poder de hacerlo. Ellos estaban miserablemente esclavizados por burlarse de los mensajeros del Señor, y abusar de sus profetas; no obstante, en su angustia transgreden todavía más contra el Señor. Las aflicciones en sí mismas no curan a los hombres de sus pecados, a menos que la gracia de Dios obre con ellos. Los que, como Semaías, toman a la ligera las bendiciones merecen perder el provecho de la palabra de Dios. Las acusaciones contra muchos cristianos activos, en toda época, no son más que esto: que aconsejan con fervor a los hombres que atiendan su interés y deber verdadero y esperen el cumplimiento de las promesas de Dios de la manera que Él ha eSTABLECIDO

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