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Hace diez años, los pobladores de Montegrande, en las afueras de Jaén, se preguntaban qué hacían los “loquitos” que trabajaban en el cerro que servía como relleno sanitario del barrio. Tiempo después comprobaron que el sitio no solo estaba más limpio sino que daba trabajo a los vecinos y era visitado por autoridades políticas y académicas de la zona. La sorpresa fue mayor cuando trascendió el descubrimiento de restos arqueológicos que revelan la existencia de una misteriosa civilización amazónica, quizá la más antigua del Perú.
“Siempre se creyó que los montículos existentes en los alrededores de Jaén eran lomas naturales, y que las ocupaciones correspondientes a los Bracamoros (cultura desarrollada al norte de Cajamarca) solo estaban en la cima de estos montículos”, dice el arqueólogo Quirino Olivera Núñez, director de las excavaciones.
“Pero los hallazgos en Montegrande prometen reescribir la historia del antiguo Perú”, añade.
Las primeras excavaciones, en el 2010, revelaron que el ‘cerrito’ era un montículo piramidal que albergaba un antiguo templo de adobe y cantos rodados, con escalinatas de acceso a la parte alta, donde quedaban las columnas de concreto de un templo católico a medio construir. Conforme avanzaron las excavaciones y se retiraron las construcciones modernas, se fueron descubriendo escalinatas y pisos de color amarillo.
Quirino recuerda que al terminar la primera etapa de estas excavaciones “se había descubierto uno de los recintos arquitectónicos monumentales más antiguos de la Alta Amazonía del Perú, con un carácter público y religioso propio de una sociedad compleja, y con patrones artísticos y culturales inéditos en el área andina peruana”.
Remolino de piedras
En el 2012 se reanudaron las investigaciones y fueron apareciendo piedras alineadas en forma circular que previamente habían sido selladas con una capa de arcilla. Poco a poco los arqueólogos descubrieron que estas piedras estaban organizadas en forma espiral concéntrica, como un remolino pétreo, pero también se toparon con un hallazgo macabro: los restos de un hombre que habría sido sacrificado antes de terminar la obra.
Las excavaciones revelaron la existencia de un misterioso recinto en espiral o en caracol, construido con adobe y cantos rodados, nunca visto en la arqueología peruana, pero que sí tiene un precedente en Ecuador: el prestigioso arqueólogo Francisco Valdez halló en el 2012 una construcción similar ubicada en Palanda, muy cerca de la frontera con el Perú. “Esto demuestra que antes de la existencia de las fronteras que separan ambos países, en esta zona existió una antiquísima civilización que ocupó estos territorios unidos por el curso de los ríos locales”, revela Olivera.
“Hasta el momento no ha sido posible descubrir evidencias de cacao en Montegrande, pero los estudios realizados a los artefactos en forma de cacao, demuestran que, desde tiempos inmemoriales, el cacao mantuvo un alto valor simbólico para las culturas amazónicas, razón por la cual están representados en oro, concha Spondylus y piedra. El cacao –al parecer– fue la bebida de los dioses y fue utilizado especialmente en las ceremonias rituales, así como objetos mortuorios que acompañaron a los personajes de la más alta jerarquía religiosa”, sostiene el arqueólogo.
Jaén galardonado
Montegrande es hoy en día el mayor enigma arqueológico de la amazonía peruana.
Los trabajos de Quirino Olivera han motivado reportajes en medios de comunicación internacionales y ya mereció un galardón otorgado por el Fórum de Arqueología de Shanghai (SAF). Del siete al once de diciembre próximo, Olivera será premiado en esta ciudad china por sus recientes investigaciones arqueológicas en Montegrande, financiadas con aportes de la Municipalidad Provincial de Jaén y El Plan Binacional Perú – Ecuador.
El propio alcalde de Jaén, Walter Prieto Maitre, ha impulsado estas investigaciones. Ese apoyo ha servido para que Jaén sea elegida como sede del próximo Encuentro Internacional de Arqueología Amazónica (EIAA).
Cultura Marañón
Pero Montegrande es apenas la punta del iceberg de los asentamientos arqueológicos vecinos a Jaén y Maynas.
En el complejo arqueológico de San Isidro –en las afueras de Jaén y cercano a Montegrande– el propio Quirino desenterró la tumba de un personaje denominado “El Señor de los Caracoles”, junto con otros vestigios que sorprendieron a los arqueólogos: Los restos óseos de una mujer casi adolescente con un bebé en brazos…ambos decapitados. También se halló fina cerámica con iconografía Chavín, lo que demuestra la sofisticación de esta misteriosa cultura del Marañón y que respalda la teoría de Julio C. Tello –padre de la arqueología peruana– quien postuló el origen amazónico de las civilizaciones andinas.
Explicate servira mucho yo escribi eso hace 2 dias y mi profesor me dijo que estab exelente