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Hace unos días, una colega me pidió que escribiera sobre los estereotipos de género. Ella quería que comentara el video del acertijo que ha estado circulando en Internet y redes sociales. Éste muestra cómo, al hablar de una eminencia médica, la mayoría de las personas—independientemente de su sexo—piensan en un hombre. En muchas ocasiones respondemos a lo que hemos aprendido y visto a lo largo de nuestras vidas. En este caso, identificamos el campo de la medicina como un nicho masculino.
Esto me puso a pensar en la construcción de los roles de género en nuestro imaginario colectivo. Por ejemplo, cuando pensamos en un grupo de científicos, ¿en quiénes pensamos?, ¿cuáles son sus sexos y etnicidades? ¿cuántos años les ponemos? A mí me duele admitir que, por lo general, pienso en hombres, un poco entrados en edad y blancos. Aunque he trabajado muchos años en temas de igualdad de género, es probable que esto ocurra porque llevo toda una vida observando e interactuando con científicos que tienen esas características. Está cementado en mi mente, profundo en el subconsciente, pero también es una realidad que vivimos. Por ejemplo, en Estados Unidos solo el 34% de los doctores/as son mujeres. Entonces, cuando hablamos de eminencia médica, puede ser que nuestro subconsciente nos dé una respuesta con lo que estamos más familiarizados: 7 de cada 10 doctores son hombres. En América Latina y El Caribe, las mujeres están muy poco insertas en las carreras médicas o científicas, una prueba de ello es que solo el 36% de los puestos de investigación en la región son ocupados por mujeres.
Las construcciones sociales no solamente vienen desde el plano de los datos y lo que ocurre en el mundo de las profesiones, también estamos expuestas a ellas desde que somos pequeños. No puedo olvidar que, durante mi infancia, en la gran mayoría de los dibujitos animados que veía en televisión y en los cuentos que leía, los personajes de los científicos eran hombres. De hecho, no puedo pensar en una sola mujer que fuera la científica de alguna historia, a lo mucho, vi brujitas buenas con algún poder súper especial (y ya les había contado como las brujas fueron las primeras feministas).
Volviendo al presente, la historia se repite y las construcciones sociales se traducen en el acceso que tienen las mujeres a diferentes esferas. Por ejemplo, solo el 28.9% de los puestos de ejercicio político son ocupados por mujeres en el conteniente americano.
Pero ha habido grandes avances para que este rumbo cambie. En toda la región tenemos referentes en la creación gabinetes y partidos paritarios y se han creado mecanismos de acceso a becas y programas a carreras científicas por parte de mujeres. Esto quiere decir que poco a poco, veremos que la proporción de mujeres en estos campos va a aumentando.
Los más pequeños también están siendo testigos de cambios en los paradigmas y ahora tienen acceso a programas de televisión como la Dra. Juguetes o Plaza Sésamo. De igual forma, pueden divertirse con juguetes más diversos como el tiraje que hizo la compañía LEGO de mujeres científicas o ver a mujeres empoderadas como la reina de los dragones, el personaje más poderoso de una de las series de televisión más vistas del mundo.
En la ficción y en la realidad, las mujeres están dejando de ser quienes siempre se desempeñan en tareas menos productivas o en roles más secundarios y están abriéndose paso en campos y roles no tradicionales. Cada vez más existen oportunidades que les permiten desencastillarse de lo que al final de cuentas son estereotipos.
¿Se te ocurre algún otro ejemplo de cómo estamos combatiendo los estereotipos?
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