preguntas investigativas de la mitad ( fragmento )


Una mañana, el anciano indígena salió como de costumbre para caminar e inter­narse en el monte en búsqueda de plantas medicinales. En el sendero se topó Sor­ presivamente con una serpiente que estaba "toreada" (molesta) y que trató de morderlo. Con rapidez, don Mariano pudo esquivarse del ataque de la culebra y saltó hacia un costado, sin darse cuenta de que se trataba de un falso suelo que había sido hábilmente cubierto por ramas y vegetación, para atrapar animales mayores. Cayó al fondo del gran agujero y sintió un gran dolor al clavársele una de las estacas en una de sus piernas.

Al segundo día después del accidente, la comunidad indígena empezó a preocu­ parse por la ausencia del anciano. Como había desaparecido de repente, todos iniciaron su búsqueda. La noticia también llegó a los oídos del bohío más cercano de los negros, luego de lo cual Límber se internó también en el bosque para intentar buscar al viejo, mientras desarmaba unas trampas viejas colocadas por alguien que ya se había ido de la comunidad.

En su caminata entre la espesura de la vegetación, escuchó de pronto un quejido en un lugar muy cercano. Se llevó una gran sorpresa cuando se aproximó al borde del agujero y vio al viejo maltrecho que yacía en el fondo y con una herida que se veía muy infectada. Debía hacer algo y con rapidez, porque el hombre se veía muy mal. Construyó con habilidad una escalera usando unas ramas y lianas para sacarlo del hoyo, y luego le dio de beber agua.

Tuvieron que pasar un par de noches bajo un cobertizo de ramas y hojas que les sirvió de refugio, debido a que don Mariano no podía caminar. Necesitaba una curación inmediata y tratar su herida con las plantas medicinales que ellos conocían.

La primera noche escucharon merodear al tigre muy cerca de donde estaban. Eso confirmaba la sospecha que tuvo de Límber cuando en la mañana observara huellas frescas sobre el barro en uno de los senderos cercanos. Debían estar alertas. El viejo cacique, sin embargo, le aconsejó varias veces que se fuera, que lo dejara morir y que no pusiera en riesgo su vida, pero no logró convencerlo. Eso más bien motivó al joven negro a construir varias trampas para intentar atrapar al hambriento tigre que andaba por allí dando vueltas. Don Mariano aconsejó a Límber en qué lugares podía colocar las trampas, pues, debido a su experiencia, él tenía mucha intuición. Así lo hizo y esperaron una nueva noche, junto a la pequeña fogata que encendieron al lado de su refugio. En la madrugada se escuchó otra vez al tigre merodeando muy cerca.
La curación con hierbas medicinales logró mejorar la pierna del cacique, pero
todavía no se encontraba listo para incorporarse y caminar. A pesar de que don Mariano insistiera que lo dejara solo y que regresara a su pueblo, porque sentía que ya le tocaba morir, Límber le dijo que él lo había encontrado y salvado de la muerte y que era su obligación llevarlo de retorno a su pueblo.

El tigre parecía ser muy astuto pues lograba esquivar todas las trampas que Límber le había colocado. Don Mariano pensaba que en cualquier momento el gran felino iba a aparecer ante los dos y se les iba a lanzar encima. El cacique dudaba que a él lo atacara, porque estaba viejo, flaco y con una herida infectada que ya despedía un mal olor. El tigre buscaba carne joven y musculosa para devorarla.

Fue así como idearon una trampa en la que Límber iba a ser la carnada que atraería al tigre. Habían preparado una trampa que dejaría caer un gran tronco que se hallaba suspendido por una cuerda a la que el viejo cortaría en el momento pre­


ciso, cuando el tigre estuviera en el punto exacto, antes de saltar sobre Límber para devorarlo. Con un solo y preciso golpe podían matar al animal y salvarse ambos.

Llegó la tercera noche y los dos estaban preparados. En el momento en que apare­ ció el tigre y se aproximó, lento y amenazante, hacia el joven, como cuidando que su presa no pudiera escapar, don Mariano, a pocos metros de la escena y escon­ dido detrás de un arbusto, cortó la cuerda y el tronco cayó precisamente encima del animal, matándolo de manera instantánea.

l día siguiente, iniciaron el retorno a la comunidad del cacique. Límber tuvo que ingeniárselas para armar una especie de canasto grande -al que llaman "pari­ huela"-, tejido con las lianas y ramas que encontró. Una vez que estuvo terminado, acomodó al anciano con cuidado y lo levantó sobre sus espaldas, asegurando la carga con unas cuerdas sujetas a sus hombros. Así lograron salir después de dos días y dos noches de camino.

l llegar al caserío indígena, la gente se sorprendió al ver que el cacique había sido rescatado con vida. Lo recibieron con gran regocijo y agradecieron a Límber por haberlo salvado. Fue así como se inició una amistad entre los dos protagonistas de esta historia.

Respuestas

Respuesta dada por: claudialec1415
2

Respuesta:

unnnnn no  lo se rirc parese falso

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