Respuestas
Respuesta dada por:
1
En la tarde del 1 de noviembre de 1532, el Inca salió de su campamento cerca de los baños y entró a la plaza de Cajamarca. Lo acompañaba el señor de Chincha, cargado en andas, además de un gran número de lugartenientes. Se cree que no tenían armas, aunque algunos historiadores afirman que podían tenerlas ocultas.
Pizarro había dispuesto, que los cuerpos de infantería y caballería se ocultasen en unos galpones que daban la plaza de Cajamarca. Pedro de Candia, encargado de la artillería, se colocaría en el cerro de Rumitiana, un lugar perfecto para observar los movimientos del Inca.
En un templete, ubicado en el centro de la plaza, se hallaba oculto Pizarro con un grupo de españoles. La idea era salir a la captura del Inca, junto con la caballería, la infantería y la artillería. La única posibilidad de vencer era tomando por sorpresa a los indios, dada su mayor cantidad con referencia al los españoles. Por otro lado, Atahualpa estaba convencido de que sus hombres podían derrotar y capturar a los españoles en la plaza; había enviado a su general Rumiñahui, con Indios y sogas, a las afueras de Cajamarca, para apresar a todos aquellos españoles que intentasen la fuga.
Una vez dentro de la plaza, Atahualpa preguntó por los españoles. Los indios le contestaron que estaban ocultos en los galpones que rodeaban la plaza, y que se habían escondido por miedo. El Inca iba a comenzaba a dar órdenes, cuando aparecería Fray Vicente de Valverde, el sacerdote dominico que era capellán de la expedición. El Inca dejó que se le acercara. El fraile se puso delante suyo y le aplicó la fórmula del Requerimiento. El traductor era un Indio llamado Martinillo. El Requerimiento, era una especie de pequeño discurso que los conquistadores -en este caso el cura Valverde- debían de dar antes de cualquier batalla con los indios. A través del Requerimiento, el conquistador hacía saber que el Papa era señor de todo el mundo, y como tal había confiado el dominio de los indios al Rey de Castilla, Carlos V. El conquistador, como representante del Papa y del Rey, exigía la obediencia de los indios a su figura. Si estos últimos no aceptaban el Requerimiento, los españoles consideraban que tenían todo el derecho para atacarlos. Este sistema permitió a los españoles pensar que tenían la razón para atacar o, dicho de otra manera tenían una causa justa para el ataque. El Requerimiento fue, pues, parte del “equipo moral” de la conquista. Era imprescindible puesto que nadie pelea pensando que su enemigo tiene la razón.
Al escuchar Atahualpa, hablar de un Dios desconocido, de un Papa que estaba en Roma y de un Emperador del cual no tenía referencia; preguntó a Valverde de dónde sacaba estos nombres, mientras le aplicaba el Requerimiento, con la biblia.
El Inca tomó el libro en sus manos, lo miró, lo palpó, lo acercó a su oreja y luego lo arrojó al no encontrarlo interesante. Los indios no tenían ni idea de lo que era un libro, pues no tenían escritura, o si la tuvieron ésta aún no ha sido descifrada. Valverde recogió la Biblia y Atahualpa le dijo que volviera con sus compañeros, y que le entregaran todo lo que habían robado desde la Bahía de San Mateo hasta Cajamarca. Lo dijo tan fieramente que Valverde comenzó a correr donde estaba escondido Pizarro gritando: «Cristianos ¿qué esperan ustedes? los evangelios están por tierra». Atahualpa había tirado la Biblia y Valverde tenía todo el derecho, dentro de la mentalidad europea de esa época a indignarse.
Pizarro había dispuesto, que los cuerpos de infantería y caballería se ocultasen en unos galpones que daban la plaza de Cajamarca. Pedro de Candia, encargado de la artillería, se colocaría en el cerro de Rumitiana, un lugar perfecto para observar los movimientos del Inca.
En un templete, ubicado en el centro de la plaza, se hallaba oculto Pizarro con un grupo de españoles. La idea era salir a la captura del Inca, junto con la caballería, la infantería y la artillería. La única posibilidad de vencer era tomando por sorpresa a los indios, dada su mayor cantidad con referencia al los españoles. Por otro lado, Atahualpa estaba convencido de que sus hombres podían derrotar y capturar a los españoles en la plaza; había enviado a su general Rumiñahui, con Indios y sogas, a las afueras de Cajamarca, para apresar a todos aquellos españoles que intentasen la fuga.
Una vez dentro de la plaza, Atahualpa preguntó por los españoles. Los indios le contestaron que estaban ocultos en los galpones que rodeaban la plaza, y que se habían escondido por miedo. El Inca iba a comenzaba a dar órdenes, cuando aparecería Fray Vicente de Valverde, el sacerdote dominico que era capellán de la expedición. El Inca dejó que se le acercara. El fraile se puso delante suyo y le aplicó la fórmula del Requerimiento. El traductor era un Indio llamado Martinillo. El Requerimiento, era una especie de pequeño discurso que los conquistadores -en este caso el cura Valverde- debían de dar antes de cualquier batalla con los indios. A través del Requerimiento, el conquistador hacía saber que el Papa era señor de todo el mundo, y como tal había confiado el dominio de los indios al Rey de Castilla, Carlos V. El conquistador, como representante del Papa y del Rey, exigía la obediencia de los indios a su figura. Si estos últimos no aceptaban el Requerimiento, los españoles consideraban que tenían todo el derecho para atacarlos. Este sistema permitió a los españoles pensar que tenían la razón para atacar o, dicho de otra manera tenían una causa justa para el ataque. El Requerimiento fue, pues, parte del “equipo moral” de la conquista. Era imprescindible puesto que nadie pelea pensando que su enemigo tiene la razón.
Al escuchar Atahualpa, hablar de un Dios desconocido, de un Papa que estaba en Roma y de un Emperador del cual no tenía referencia; preguntó a Valverde de dónde sacaba estos nombres, mientras le aplicaba el Requerimiento, con la biblia.
El Inca tomó el libro en sus manos, lo miró, lo palpó, lo acercó a su oreja y luego lo arrojó al no encontrarlo interesante. Los indios no tenían ni idea de lo que era un libro, pues no tenían escritura, o si la tuvieron ésta aún no ha sido descifrada. Valverde recogió la Biblia y Atahualpa le dijo que volviera con sus compañeros, y que le entregaran todo lo que habían robado desde la Bahía de San Mateo hasta Cajamarca. Lo dijo tan fieramente que Valverde comenzó a correr donde estaba escondido Pizarro gritando: «Cristianos ¿qué esperan ustedes? los evangelios están por tierra». Atahualpa había tirado la Biblia y Valverde tenía todo el derecho, dentro de la mentalidad europea de esa época a indignarse.
Respuesta dada por:
4
En prisión, Atahualpa ofreció a cambio de su liberación llenar dos habitaciones de plata y una de oro "hasta donde señalara su mano", los españoles aceptaron y de inmediato se mandó la orden a todo el imperio inca de que enviasen la mayor cantidad posible de oro y plata hacia Cajamarca.[29]Después de cumplir su parte, los españoles lo sentenciaron a muerte el 25 de julio de 1533 por idolatría,fratricidio, poligamia, incesto y lo acusaron de ocultar un tesoro.
Preguntas similares
hace 7 años
hace 7 años
hace 9 años
hace 9 años
hace 9 años