Respuestas
En estos últimos tiempos la historia se ha vinculado con la filosofía de una manera un tanto perversa: cediendo a la moda del pos-modernismo, en lugar de dotarse de una sólida teoría del conocimiento ha procedido a adoptar el dogma de que el conocimiento es imposible. La respuesta, sana hasta cierto punto, ha sido el alejarse de toda preocupación especulativa hacia un positivismo empirista de corto vuelo. Creemos que, como buenos historiadores, debemos aceptar el reto de dar a nuestra tarea un fundamento filosófico serio. A eso dedicamos esta nueva sección.
Por Alberto Bonnet (filósofo y profesor de la Universidad de Buenos Aires)
Introducción
Popper presenta claramente la cuestión que quisiera abordar en este artículo, a saber, el problema de la posibilidad de predicción en las ciencias sociales y sus corolarios políticos, en las primeras lineas de uno de sus escritos de posguerra:
Mi intención es criticar la teoría de que la tarea de las ciencias sociales es proponer profecías históricas y de que éstas son necesarias si deseamos conducir la política de una manera racional. Llamaré a esta doctrina ‘historicismo’ (…) Las afirmaciones del historicismo -que es tarea de las ciencias sociales proponer profecías históricas y que estas profecías históricas son necesarias para elaborar una teoría racional- son comunes en la actualidad porque constituyen una parte muy importante de esa filosofía que gusta llamarse a sí misma ‘socialismo científico’ o ‘marxismo’. Mi análisis del papel de la predicción y la profecía, por lo tanto, puede ser considerado como una crítica del método histórico del marxismo. Pero, en realidad, no se limita a la variante económica del historicismo conocida como marxismo pues aspira a criticar la doctrina historicista en generalNuestro problema queda definido entonces de la siguiente manera: la concepción historicista de las ciencias sociales sostiene (a) que el principal objetivo de dichas ciencias es formular predicciones históricas de largo alcance y (b) que estas predicciones son necesarias para conducir la acción política racionalmente. El marxismo constituiría la versión más influyente de esta concepción historicista de las ciencias sociales y, cuando somete a crítica dichas tesis del historicismo, Popper se detiene particularmente en el caso del marxismo. En este artículo examinaré críticamente los argumentos popperianos contra esta posibilidad de realizar predicciones en las ciencias sociales y, particularmente, en la historia. Expondré y criticaré en la primera parte un primer conjunto de objeciones que Popper realiza contra esta pretensión del historicismo a propósito de su análisis de la teoría marxista; en la segunda otro conjunto de argumentos popperianos más abarcativos y propiamente epistemológicos; y en la tercera otro conjunto de argumentos suyos centrados en la naturaleza de la sociedad como objeto de las ciencias sociales. Estos últimos argumentos nos conducen directamente a la propuesta popperiana acerca de la tarea que, por contraposición, considera como la verdadera tarea de las ciencias sociales. Aunque esta cuestión excede la temática de este artículo, un esquemático análisis de la concepción popperiana de la tarea de las ciencias sociales permite comprender con mayor claridad la naturaleza de su crítica del historicismo, de manera que incluyo dicho análisis, para finalizar, a manera de apéndice.