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Título de una de las primeras obras filosóficas de Carlos Marx y Federico Engels (la mayor parte de los capítulos fue escrita por Marx), en la que sometieron a una crítica implacable el sistema filosófico idealista de Hegel, y, principalmente, las concepciones de los jóvenes hegelianos (ver) Bruno Bauer, Edgar Bauer y otros. Teniendo en gran aprecio el valor del materialismo de Feuerbach, Marx y Engels van considerablemente más lejos, extendiendo el materialismo filosófico a la historia de la sociedad humana. En “La Sagrada Familia”, Marx y Engels formulan una serie de importantes tesis de su nueva teoría y critican severamente la concepción idealista hegeliana de la historia. Según Hegel, la historia de la humanidad es el movimiento del espíritu absoluto; la humanidad, en cambio, sólo sirve de material para ese espíritu absoluto. Esta teoría de Hegel, dice Marx, “no es más que la expresión especulativa del dogma germano-cristiano de la oposición entre el espíritu y la materia, entre dios y el mundo”. Los jóvenes hegelianos, continuadores de Hegel, en quienes “el absurdo de la especulación alemana en general” ha alcanzado su apogeo, continuaron desarrollando la oposición entre el espíritu absoluto y las masas. El representante más notable de los jóvenes hegelianos, Bruno Bauer, “declara que la crítica es el espíritu absoluto y que él mismo es la crítica... De un lado está la masa, el elemento material de la historia, pasivo, sin espíritu creador, históricamente estéril; del otro lado, está el espíritu, la crítica, el señor Bruno y Cía., el elemento activo del cual parte toda acción histórica. La obra de la transformación de la sociedad se reduce a la actividad cerebral de la crítica crítica”. Declarándose los únicos depositarios de la “autoconciencia”, Bauer y sus amigos, escribía Lenin en su comentarlo sobre las principales ideas de “La Sagrada Familia”, predicaban una crítica que estaba por encima de toda realidad, por encima de los partidos, y de la política, que negaba toda actuación práctica y sólo contemplaba “críticamente” el mundo circundante y los sucesos que ocurrían en él. Los señores Bauer calificaban desdeñosamente al proletariado como una masa no crítica. Marx y Engels se enfrentaron enérgicamente con esta absurda y nociva tendencia. En nombre de la verdadera personalidad humana del obrero, despreciado por la clase gobernante y por el Estado, Marx y Engels exigían, no la contemplación, sino la lucha por una mejor organización de la sociedad”. Desenmascarando al idealismo, Marx y Engels oponen a los hermanos Bauer y Cía. el materialista Feuerbach que coloca “en lugar de los viejos trastos, en lugar de la ‘autoconciencia infinita’... al propio ‘hombre’“. Pero Feuerbach no supo pasar del hombre abstracto a los hombres vivos y reales. “Había que sustituir el culto del hombre abstracto, esa médula de la nueva religión de Feuerbach, por la ciencia o por hombres reales y su desarrollo histórico. Este ulterior desarrollo del punto de vista feuerbachiano, que rebasaba los límites de la filosofía de Feuerbach, fue comenzado en 1845 por Marx en La Sagrada Familia” (Engels), en el cual Marx y Engels exponen su casi ya formada concepción del papel revolucionario del proletariado; se acercan a la fundamentación del socialismo científico, en oposición al “socialismo soñador, idealista, etéreo”, y esbozan su formidable pensamiento acerca de que “junto con la solidez de la acción histórica aumentará, por consiguiente, la extensión de la masa cuya acción es”. Comentando La Sagrada Familia Lenin señaló que “Marx parte aquí de la filosofía hegeliana hacia el socialismo; el paso se nota claramente; se ve de cuánto se había apoderado ya Marx y cómo pasa al nuevo círculo de ideas”. En el párrafo que lleva por título “Batalla crítica contra el materialismo francés”, Marx da un formidable bosquejo de la historia del materialismo francés.
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