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PRÓLOGO iii
La prohibición de la discriminación racial está consagrada en todos los
instrumentos internacionales fundamentales de derechos humanos e impone
obligaciones a los Estados y les encomienda la erradicación de la discriminación
en las esferas pública y privada. En 2001, la Conferencia Mundial contra el
Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de
Intolerancia produjo la agenda más autorizada y completa para la lucha contra
estos flagelos: la Declaración y el Programa de Acción de Durban. La Conferencia
de Examen de Durban de 2009 y la conmemoración del décimo aniversario de
la Conferencia Mundial contra el Racismo dos años más tarde demostraron un
compromiso renovado con la igualdad racial.
Si bien la lucha contra el racismo es una prioridad para la comunidad internacional
y se encuentra en el centro de la labor de la Oficina del Alto Comisionado de
las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH), aún queda mucho
por hacer para la plena realización de todos los derechos humanos y libertades
fundamentales. El racismo y la discriminación racial, directos e indirectos,
de facto y de jure, se producen a diario, lo que dificulta el progreso y causa
sufrimiento a millones de personas en todos los países del mundo. Las mejoras
duraderas para combatir la discriminación racial en el plano nacional requieren
voluntad política y un enfoque sostenido e integral, que queden reflejados en
numerosas medidas que se complementen y refuercen mutuamente.
Con el fin de eliminar las condiciones que causan o perpetúan la discriminación
racial, la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Conferencia de Examen
de Durban, el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial y el
Consejo de Derechos Humanos, mediante su examen periódico universal, han
recomendado que los Estados adopten planes nacionales de acción contra la
discriminación racial. Esos planes pueden servir de base para el desarrollo de
una política pública integral para la promoción de la igualdad racial.
Varios Estados ya están preparando o aplicando planes nacionales de acción
contra la discriminación racial. Sus experiencias positivas en lograr cambios
para las víctimas del racismo demuestran que esos planes nacionales de acción
pueden ser un mecanismo eficaz para combatir la discriminación racial.