• Asignatura: Historia
  • Autor: aileenpalominovillan
  • hace 6 años

obra ña catita y el sargento canuto Explico el papel que cumplen las empleadas Mercedes y Nicolasa en relación con las doncellas

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Respuesta dada por: adrianarellano88
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Ña Catita es una comedia en verso, escrita por el escritor peruano Manuel Ascencio Segura. Su primera versión, en tres actos, fue estrenada en Lima, en la noche del 24 de enero de 1845. Posteriormente su autor la refundió, ampliándola con un acto más, y la reestrenó el 30 de agosto de 1856, también en Lima, en el teatro Variedades. Se constituyó en un gran éxito, engrandecido por el genio de la actriz Encarnación Coya.

El personaje principal que da nombre a la obra es una especie de Trotaconventos o Celestina criolla. Es un cuadro de costumbres auténtico, de verso fácil y gran animación. Desde su estreno se convirtió en la obra de mayor aceptación de Manuel Ascencio Segura, prolífico autor teatral que escribió diecisiete piezas dramáticas, la mayoría de las cuales se estrenaron con éxito. Para muchos críticos, Ña Catita es la obra emblemática del teatro peruano.

La escena es en Lima, en la sala de la casa de don Jesús, “decentemente amueblada”. La familia la completan doña Rufina (la esposa de Jesús) y doña Juliana (la hija de ambos).

Don Alejo, un hombre maduro, falso y petulante, quiere casarse con la joven Juliana. Pero Juliana está enamorada del joven Manuel, que cuenta inicialmente con el apoyo de don Jesús. Sin embargo, doña Rufina, mal aconsejada por la vieja intrigante y chismosa Ña Catita, acepta a don Alejo como pretendiente de su hija y trata de convencer a ésta para que haga caso de sus galanteos.

Esta divergencia entre los esposos Jesús y Rufina en elegir a la pareja de su hija crea un clima tenso y hostil en el hogar. Las discusiones entre ambos son muy constantes, lo que alimenta Ña Catita con sus múltiples enredos y chismes. Mercedes, la empleada de la casa, sirve de paño de lágrimas a la desdichada Juliana.

Don Alejo deslumbra a doña Rufina con su excesiva palabrería y rebuscados gestos; le convence de que tiene una buena posición social, fortuna y una excelente educación, que lo hacía un buen partido. Doña Rufina, cándidamente cae en el juego y cree que casando a su hija con el engreído de don Alejo asegurará el futuro de la muchacha. Ña Catita sirve de alcahueta al vanidoso galán, adulando y engriendo a doña Rufina, con lo que se gana el aprecio y confianza de ésta.

Manuel, el joven enamorado de Juliana, al ver que su rival ha convencido a la madre de la joven, decide raptar a Juliana e irse lejos con ella. Contando con la ayuda de Mercedes se preparan para la fuga, pero son descubiertos. En la escena aparece don Jesús, quien se sorprende y enfurece con Manuel, a quien consideraba un buen muchacho, casi como a un hijo. Luego, el mismo don Jesús tiene un agrio intercambio de palabras con don Alejo, quien, muy ofuscado, llega incluso a sugerir un duelo a sable o pistola para limpiar la afrenta de la que es objeto. Todo ello aviva más la tirante relación entre Jesús y Rufina; esta última no entiende cómo su marido no aprecia las cualidades de don Alejo.

Intempestivamente, llega a la casa don Juan, un viejo amigo de don Jesús, el cual trae una carta para éste. Por fortuna, conoce también a don Alejo, a quien le entrega una carta de su esposa del Cuzco, y así, sin pretendérselo, lo desenmascara frente a toda la familia. Todos se enteran entonces que el vanidoso don Alejo no era sino un buscavidas que haciéndose pasar de soltero con fortuna, enamoraba a indefensas jovencitas. Después de este bochornoso acto, don Alejo y Ña Catita son arrojados de la casa.

Doña Rufina, arrepentida y avergonzada pide perdón a su hija por tratar de obligarla a casarse con quien no amaba, y se reconcilia con su esposo, prometiendo que en adelante sería una buena esposa.

Es así como Juliana se libera de contraer matrimonio con quien no quiere, y puede finalmente ser feliz junto al joven Manuel quien ama.

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