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Respuesta:1.- EL CREDO DE ISRAEL Y EL CREDO CRISTIANO
El Dios de la revelación judeo-cristiana es un Dios que se relaciona con el hombre.
No es un Dios abstracto, lejano, que se desentiende de su creatura y de su creación, sino
un Dios personal, implicado en la vida de los hombres, un Dios que entra en la historia,
aunque sin confundirse con la historia. Es el Señor de la historia. Por eso, conduce los
acontecimientos, sin mezclarse con ellos. Esta muy presente, pero guardando la
distancia. Es trascendente en su inmanencia. Más presente a nosotros que nuestra
propia intimidad, pero también trascendente, distinto, “otro”. Esta es la paradoja. No es
el Dios del deísmo, que se desentiende del mundo; pero tampoco es el Espíritu
hegeliano, que se despliega en la historia y se confunde con ella, un Dios que cobra
conciencia de sí mismo al desplegarse, de modo que casi necesita de la historia para ser
Dios.
Para el Antiguo Testamento, la fe podría resumirse como el reconocimiento de la
intervención salvífica de Dios en la historia. Abraham es la primera gran figura bíblica
que encuentra y discierne en su propia historia la presencia de Dios. Pablo llama a
Abraham “padre de la fe” (Rm 4,11), porque se fió de la palabra que Dios le dirigía y en
ella fundamentó su vida y su futuro.
El segundo gran personaje de la historia de Israel que supo discernir la presencia
de Dios en la historia fue Moisés. El Dios de Moisés escucha el clamor de su pueblo,
oprimido por los egipcios, conoce sus sufrimientos y decide “bajar para librarle de la
mano de los egipcios y llevarle a una tierra buena, que mana leche y miel” (Ex 3,7-8).
Este Dios encarga a Moisés que diga a los ancianos de Israel: “Yo os he visitado” (Ex
3,16). Se trata de un Dios solidario con su pueblo.
Así se explica que cuando Israel confiesa su fe, en realidad cuenta la historia de
las intervenciones de Dios en su favor: “Mi padre era un arameo errante que bajó a
Egipto y residió allí como inmigrante… Los egipcios nos maltrataron, nos oprimieron y
nos impusieron dura servidumbre. Nosotros clamamos a Yahvé, Dios de nuestros
padres, y Yahvé escuchó nuestra voz; vio nuestra miseria, nuestras penalidades y
Martín Gelabert: Presencia de Dios en la historia 2
nuestra opresión. Yahvé nos sacó de Egipto con mano fuerte… Nos trajo aquí y nos dio
esta tierra que mana leche y miel” (Dt 26,5-9).
Este Credo proclama la libertad, el poder, la fidelidad y el amor de Dios que libra
a su pueblo de la esclavitud de Egipto. Cada generación debe reconocer este hecho y
renovar su compromiso. Con ocasión de la gran fiesta anual de la Pascua, el israelita
confiesa su Credo y lo transmite a sus hijos (Ex 12,26; 13,8; Dt 6,20). Dios se da a
conocer en la historia del pueblo, en acontecimientos y gestas liberadoras, en el lenguaje
de los hechos, revelando así su divinidad y soberanía. Hasta tal punto que la historia de
este pueblo se entiende como una historia de fe. Y su credo, la expresión de su fe, es la
confesión de que Dios ha actuado en su historia. Confesión que no sólo apunta al pasado,
sino también al presente y al porvenir: Dios sigue actuando, sigue presente, conduciendo
la vida de los que le son fieles.
Explicación: