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Como continuación de aquel trabajo expongo ahora algunos hábitos de larga tradición, y algunas costumbres ya desaparecidas que en su día debieron tener gran esplendor. Manifestaciones populares que casi todas ellas tienen un marcado carácter religioso. Algunas tradiciones tienen mucha raigambre entre la masa popular villarrubiera; como la celebración del Lunes de Resurrección; el comerse los hornazos en San Cristóbal; los rituales de las fiestas de San Antón y de San Isidro; y la “matanza” del gorrino. Todas estas costumbres, aunque vigentes, han sufrido alguna variación en las formas de desarrollarse, aunque hay facetas que se han extinguido. Otras desaparecieron sin dejar huella.
Ejemplo de no quedar huella lo tenemos en la desaparecida Mayordomía de Ánimas, que según el Censo de Hermandades, Gremios y Cofradías del Conde de Aranda de 1770, en aquellas fechas existía, entre otras, esta mayordomía sin cofradía, de estilo soldadesco, compuesta por dos compañías llamadas de “galanes” y de “rotos”, y al frente de cada una había un “capitán” y un “alférez” que eran los mayordomos. Los dos Domingos precedentes al de Carnestolendas -es decir, dos Domingos antes de Carnaval-, los “galanes”, que eran los ricos, hacían un combate general de eclesiásticos y seglares, para ir luego a casa del hermano mayor a tomar un refresco. Los “rotos”, que eran los pobres y jornaleros, hacían lo mismo dentro de sus posibilidades. Terminadas estas manifestaciones, de signo pagano, el Domingo de carnestolendas se hacían ofrendas a la Iglesia para misas y sufragios por las Ánimas Benditas. Estas costumbres debieron desaparecer por el elevado coste que suponía la celebración de sus manifestaciones.