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Pueden vivir en diferentes entornos, tales como el agua salada, el agua dulce, suelos húmedos e incluso en rocas.
Algunas de estas algas son unicelulares, del tamaño microscópico, pudiendo formar colonias de enorme tamaño, mientras que otras especies, son multicelulares, que cuando crecen, pueden llegar a formar verdaderos bosques marinos.
A diferencia de las plantas, no tienen raíces, ni tallos, ni hojas y flores. Forman parte de la cadena alimentaria y constituyen la principal fuente de sustento de otros organismos superiores, tales como los peces y otros invertebrados.
Del mismo modo que sucede con el reino de las plantas, las algas son organismos constituidos por células Eucariotas, lo que quiere decir, que contienen cloroplastos, y por lo tanto tienen la capacidad de realizar la fotosíntesis para conseguir su propia energía.
Al igual que ocurre también con el reino animal, muchas de estas algas, poseen en sus células flagelos y centriolos, que les permite desplazarse y alimentarse del material orgánico próximo.
En cuanto a su reproducción, las diferentes variedades de algas pueden reproducirse tanto mediante órganos como, mediante la división celular, la liberación de esporas o mediante la utilización de gametos.