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Al inicio del siglo XX, tanto México como Rusia eran países con un desarrollo capitalista atrasado, tenían una población mayoritariamente campesina. Aunque el capitalismo había dado saltos importantes habían entrado en él sin superar contradicciones estructurales de los regímenes precapitalistas, con un desarrollo desigual ante la dominación del imperialismo internacional pero que empezaba a combinarse con lo más avanzado de la industria y sistema financiero capitalista.
El caso de Rusia resulta todavía más contrastante por sus enormes formaciones fabriles. que aunque frente al total de la población aún resultaban pequeñas, configuraban un enorme ejército de proletarios. Ambos países vivían la profunda explotación de su joven proletariado sojuzgado por las condiciones a las que la burguesía internacional lo sometía. Aunque el primero contaba con dos décadas de desarrollo organizativo de su clase obrera, lo que resulto en una diferenciación determinante en la historia de ambas revoluciones.
En Rusia la tierra la controlaban los terratenientes herederos de la realeza rural mientras en México la forma de propiedad se había cristalizado en la unidad productiva por excelencia de la colonia: la gran hacienda. La demanda de la tierra será central como motor de la sublevación en ambos países, así como el respeto a la cuestión nacional que mantenía oprimidos a distintos pueblos.
Mientras el gobierno monárquico del zar se imponía en Rusia, en México un gobierno con casi 30 años en el poder se mantenía. La naciente burguesía nacional de ambos países se incomodaba frente a sus gobiernos, a quienes identificaba como un freno para su desarrollo.
Explicación: dame coronita.