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Respuesta:
El libre comercio de alimentos ha conseguido colocar a la mayoría de la humanidad ante una transición obligada entre la desnutrición de los países empobrecidos y la malnutrición por exceso y toxicidad de una comida mercantilizada y globalizada, vacía de nutrientes y llena de conservantes, saborizantes, colorantes y emulgentes químicos.
En este contexto, el Derecho a la Alimentación, protegido por la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948) y la Constitución Española (1978), no son suficientes para impedir que miles de millones de personas se vean obligadas a elegir entre enfermar o morir por hambre o por comida basura. Estos millones de muertes evitables cada año fueron calificados por Jean Ziegler, exdirector de la FAO, como “asesinatos alimentarios”.
El Derecho a la Alimentación
Consiste en la posibilidad de acceder de manera regular a una alimentación sana, saludable y adecuada a las condiciones naturales y las tradiciones culturales, así como a los medios necesarios para producirla.
La Soberanía Alimentaria
Es el derecho de los pueblos a decidir sus propias estrategias de producción, distribución y consumo de alimentos que garanticen el Derecho a la Alimentación de todas las personas basado en la producción campesina, indígena y pesquera, su distribución y la gestión del espacio rural. La Soberanía Alimentaria es condición necesaria para acabar con el hambre y la malnutrición garantizando la Seguridad Alimentaria para todas las personas y todos los pueblos.
La Soberanía Alimentaria requiere:
Priorizar la producción de alimentos para mercados locales a través de fincas campesinas agroecológicas;
Asegurar precios justos para los campesinos protegiendo tierras, aguas, semillas y especies de la contaminación, la erosión, la competitividad-dumping, la especulación y el acaparamiento privado;
El acceso a tierra, agua, bosques, pesca y otros recursos a través de una redistribución ecológica y social y no según las “reformas del mercado de la tierra” financiadas por el Banco Mundial;