Respuestas
Es el cumpleaños de Napoleón (Ajaccio, 15 de agosto de 1769). Unos celebrarán y otros abominarán su recuerdo porque es una figura conflictiva. Unos recordarán que fue un tirano que conquistó gran parte de Europa. Otros se fijarán en que junto a la Revolución Francesa trasladó los ideales republicanos y las ideas de la Ilustración que marcaron el cambio a una nueva época histórica. Y España, la tierra que pisó sólo unos meses, tiene la oportunidad de recordar la huella que permanece 250 años después colocar a su hermano José como rey y sostener durante años la Guerra de la Independencia derivada de su enfrentamiento con el Reino Unido.
alternative text
En contra de lo que se pudiera imaginar, la llegada del emperador corso a España fue jaleada con alegría. Claro, los enemigos de mis enemigos son mis amigos. «Si coges la prensa de 1806 y 1808 era un ídolo, era todo maravillas sobre Napoleón. No era nuestro enemigo sino Inglaterra. En Trafalgar luchamos contra los ingleses, invadimos Portugal aliados con los franceses. Era el bueno de la película», explica Luis Sorando, presidente de la Asociación Napoleónica Española.
«Antes del 23 de mayo de 1808, fecha del inicio de la Guerra de la Independencia (no comenzó la guerra el 2 de mayo, sino el 23, cuando toda España supo que se iba a cambiar la dinastía), la imagen de Napoleón era muy positiva. Los partidarios de Fernando VII (entonces príncipe de Asturias) pensaron que Napoleón les apoyaría frente a (Manuel) Godoy. Este último, por su parte, creyó que contaba con el sostén de Napoleón para poner coto a las conspiraciones del príncipe de Asturias. Todos vieron en Napoleón el único árbitro posible para poner paz en la lucha entre 'godoyistas' y 'fernandinos'», aclara Emilio La Parra, catedrático de Historia Contemporáneo de la Universidad de Alicante.
alternative text
La batalla de Tolosa en un grabado de la época.
El general corso trató de mudar las medidas francesas a España a través de su hermano José Bonaparte, pero también tuvo en eso enfrentamientos porque el antiguo rey de Nápoles quería gobernar en España a su manera. Aunque las reformas y nuevas ideas se entrelacen, aunque el reconocimiento de la huella del emperador es incuestionable. «Es legado de Napoleón en España ha sido considerable. Introdujo la idea de organizar una administración profesional del Estado, en sentido centralista; la creación de los Institutos de Enseñanza Media está inspirada en los liceos que implanta; contribuyó de manera indirecta, a través de sus soldados y de los funcionarios franceses enviados, a la difusión de las ideas revolucionarias de 1789», enumera el historiador Emilio La Parra para ilustrar una idea general.
«En España dejó el incipiente liberalismo (ver constitución de Bayona -carta Otorgada- de 1808, basada en el derecho francés y las corrientes ilustradas) y los derechos asociados al ciudadano que luego cristalizarían en Cádiz 1812 y, por último, tendría notoria presencia en los partidos políticos liberales (progresistas, sobre todo, y moderados) del XIX», añade Enrique F. Sicilia Cardona, autor de 'Napoleón y revolución: las Guerras