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Elliot Tupac. Es un artista de Lima – Perú; su versatilidad en la serigrafía, caligrafía, lettering y del arte urbano de Lima, Perú. Sin educación formal en artes o diseño, Elliot fue criado mediante la tradición familiar de artesanos Huancainos, convirtiéndose así en un verdadero promotor y creador de arte popular.
espero y te sirva.
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El destino de Elliot Túpac estaba escrito en una pared. Mucho antes de que aprendiera a leer o a escribir, el cuarto de los ocho hijos del matrimonio de Fortunato Urcuhuaranga y Alicia Cárdenas ya era un artista. Apenas tenía cuatro años y una tiza como herramienta. Un día, sin que nadie lo supiera, entró al taller de su padre en el que confeccionaba carteles chicha, y replicó una palabra muy familiar escrita en una de las paredes empastadas. La dibujó cuantas veces pudo, con esmero, siempre tratando de que sea igual a la original. Al llegar a casa, Fortunato se encontró con una imagen sobrecogedora: el pequeño Elliot había creado un tapiz con su propio nombre.
“A qué niño no le gusta dibujar. Todos dibujamos. El tema es que con el paso del tiempo perdemos eso. O hacen que lo perdamos”, dice sentado en su taller, ubicado en una quinta en el corazón de Barranco, treinta y cuatro años después de aquel episodio.
En estas otras paredes su nombre sigue siendo el común denominador. Ya no a tiza, sino a tinta, como parte de los carteles chicha que lo han sacado del anonimato. Sigue siendo Elliot, pero le sumó el Túpac como una reivindicación al nombre que no pudo quedar inscrito en su partida de nacimiento porque a una funcionaria no le pareció que un niño debiera llevar ese nombre. Y entonces a Fortunato Urcuhuaranga no se le ocurrió mejor idea que bautizarlo con el de su tercer hijo, fallecido a los pocos meses de vida.
Existen nombres imborrables. Elliot es uno de ellos.
Como él mismo dice, casi todos los artistas y los estudiantes de diseño saben quién es Elliot Túpac. “Es posible que medio Barranco también”, bromea. El ser uno de los mayores representantes del lettering en el Perú, a partir de sus carteles, le ha valido para llevar su nombre más allá del taller familiar en Vitarte, de los afiches flúor de la Carretera Central y de las fiestas de Karicia y Los Shapis al pie del cerro El Pino. Si bien hay mucha gente que no lo reconoce en la calle, por lo menos alguna vez ha oído nombrarlo o ha visto su firma escrita en alguna pared de Lima.