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En vida, Medrano fue considerado uno de los intelectos más destacados del Virreinato del Perú. Tras su muerte, se fue popularizando la idea de Medrano como un predicador sagrado indio, hecho inaudito en la realidad colonial (la idea de Medrano como indio surge durante el Virreinato, tal como indican las crónicas del siglo XVIII, por ejemplo las obras de Diego de Esquivel y Navia y Juan de Velasco).52
Desde el establecimiento del Perú como una república independiente (s. XIX), la valoración crítica de la obra de Medrano ha estado caracterizada por la falta de seriedad y la ausencia de academicismo.5556
La primera valoración crítica de Medrano corresponde a fines del siglo XIX, en especial a Clorinda Matto de Turner. Matto promueve la rememoración de Medrano como modelo de 'mesticismo cultural' y del triunfo del talento sobre un esquema social basado en la injusticia colonial;57 sin embargo, no promueve la obra de Medrano por sus cualidades intrínsecas o estéticas.52
En la primera mitad del siglo XX, la apreciación crítica de Medrano fue pobre y estuvo condicionada por las ideologías de los iniciadores de la crítica académica en el Perú: José de la Riva-Agüero y José Carlos Mariátegui. Ambos no entendieron la estética barroca y minusvaloraron la obra del clérigo cuzqueño.58 Tal minusvaloración se percibe también en la apreciación de la obra de Medrano por parte de críticos indigenistas en el Cuzco de fines de siglo XX (Yépez Miranda y Ángel Avendaño), los cuales, en trabajos de historiografía literaria de limitada rigurosidad científica, desecharon la obra de Medrano por su carácter barroco y su cultura occidental. Por último, ya en la segunda mitad del siglo, tuvieron aproximaciones desacertadas a la obra de Medrano los escritores Luis Loayza y Martín Adán.
Recién Luis Jaime Cisneros recupera la figura de Medrano como factor insoslayable en el canon literario peruano. Cisneros realizó trabajo documental pionero para rescatar la identidad de Medrano, y valoró la obra del predicador cuzqueño por su valor intrínseco. Luis Jaime Cisneros publicó una varios artículos en la década de 1980 sobre la biografía y obra de Espinosa Medrano; también editó dos obras del autor: el Apologético en favor de Don Luis de Góngora (2005) y La Novena Maravilla (2011).
Por su parte José Antonio Rodríguez Garrido profundizó la labor filológica sobre la obra y vida de Medrano. Garrido fue el encargado de escribir una introducción a la obra del autor en la colección Historias de las literaturas en el Perú59. En esta colección, la inclusión de Medrano en la sección de los 'Fundadores' de las letras peruanas (junto al Inca Garcilaso de la Vega y Felipe Guamán Poma de Ayala), demuestra, el logro histórico del reconocimiento a la importancia cultural de la obra de Medrano, sobre todo para la historia del Perú, como también para Hispanoamérica.