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Imaoma miró 3 veces a Atima y al hacerlo se acostumbra pedir casamiento. Luego, al casarse le regala un pequeño espejo enmarcado en ébano. Pasó un año y los tambores empezaron a anunciar malas noticias, pasaron los años y seguían anunciando malas noticias.
Un día, Atima y Atima Imaoma estaban juntando frutas, cuando aparecieron dos cazadores que atraparon a Atima Imaoma y la llevaron para venderla a América. Atima le da el espejo a su hija para que se lo lleve.
Ya en venta Atima Imaoma, apareció el señor Fontezo y Cabrera, quien la compró para ser la doncella de su hija. La llamaron Silencio. Se hizo amiga de la hija del señor Fontezo y Cabrera. Tanto, que Raquel le enseñó a leer y escribir. Hasta que un día la vendieron a los dueños de una hacienda en Mendoza por problemas de dinero.