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Respuesta:Anécdota: Nos disponíamos a hacer un paseo “tranquilo” por el desierto a lomos de un camello y adivináis? Me tocó el pulgoso, el caso es que todo el rato iba de un lado a otro porque el camello no hacía más que rascarse por todos lados. Cuando estamos en mitad de la nada el muy “capullo” sin previo aviso se sienta en mitad del desierto y me quedé literamente casi colgando del bicho. Solución: A pesar de que el camellero me decía no sé qué palabras en su idioma me baje de aquella bestia infernal y me fui andando por el desierto…Llegué para el arrastre!!!! XD
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