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Autorregulación o control intrínseco de la circulación renal.
La autorregulación se define como la propiedad intrínseca que tiene un órgano, tal como el riñón, para mantener su flujo sanguíneo ajustadamente constante a pesar de la presencia de cambios en la presión arterial de perfusión (70). Esto implica que la regulación del FSR puede ocurrir independientemente de influencias externas, tal como la actividad neural o las hormonas. Es más, ya que la extracción renal de oxigeno, relativa al FSR es pequeña (10% - 15%), es improbable que el metabolismo renal per se sea el mecanismo responsable de dicha autorregulación. Como la demanda renal de oxígeno requerida para los procesos tubulares de transporte es una función del FSR, es más probable que el éxito de la autorregulación sea regular el FSR. La evidencia acumulada hasta la fecha confirma esta conclusión y además indica que la autorregulación del FSR ocurre tanto en la región cortical como en la región medular del riñón. Sin embargo, se ha mostrado que la autorregulación del flujo sanguíneo medular ocurre sobre un rango más estrecho de presión arterial, cuando se compara con la autorregulación del flujo sanguíneo renal total (71). Este efecto asimétrico de cambios en la presión arterial sobre el flujo sanguíneo cortical y medular puede en parte explicar la relación entre presión y diuresis así como también la osmolaridad urinaria reducida después de una expansión del volumen del líquido extracelular.
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