Respuestas
Respuesta:El capitalismo no es sólo un sistema económico. Es un sistema social, político
y económico que se ha ido desarrollando durante los últimos siglos y, como tal
sistema social, ha ido integrando, a la vez que produciendo, los diversos cambios
sociales.
Entender el capitalismo como un sistema social remite a comprender la economía como una faceta (un aspecto) que evoluciona formando parte del desarrollo de las sociedades. La economía está incrustada en las relaciones sociales,
no puede estudiarse de manera aislada. Por ello, para analizar los problemas que
padece hoy el capitalismo se hace menester entender las transformaciones, sociales y políticas, que se han producido en los dos últimos siglos. No es lo mismo
el capitalismo del siglo xix que el del siglo xx y, muy probablemente, no será lo
mismo el capitalismo del siglo xxi, lo que nos obliga hoy a reflexionar y a espolear
diversos foros sobre su posible —o para otros, deseable— «refundación» o, tal
vez, la búsqueda de un nuevo modelo de crecimiento.
El capitalismo del siglo xix, en el momento del importante despegue de la
industrialización y de las transformaciones que llevó aparejadas, se basaba en la
consideración de que sin ninguna intervención, dejando a los mercados buscar su
propio equilibrio, el propio mecanismo encontraba sus ajustes y posibilitaba que
los distintos actores pudieran enfrentarse a las posibilidades —también a las dificultades— que la libre competencia planteaba. Pronto se vio que el crecimiento
económico no era suficiente para garantizar un desarrollo de las sociedades. Se
evidenció la necesidad de formación o educación para toda la población, por lo
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Teresa Montagut
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que empezaron a regularse las primeras leyes de protección de los trabajadores.
En el siglo xx, el capitalismo se transforma. De un libre mercado para todos
los factores, se llega a unos mercados protegidos. Un salto significativo. Polanyi
(1944) describió en su Gran Transformación cómo en los comienzos del capitalismo el trabajo, las tierras y el dinero terminaban por convertirse en mercancías
para posibilitar su desarrollo. Sin embargo, un siglo después, la intervención del
Estado para proteger al trabajador y a la naturaleza, y también para garantizar
una cierta redistribución de la riqueza nacional, significó, a su vez, la protección
del propio sistema capitalista. Fue un nuevo modelo, en el cual la economía quedó
supeditada a la política. El quehacer político domesticó a la economía. Así, el esfuerzo económico quedaba justificado por la búsqueda de un mundo éticamente
mejor, y al propio tiempo, una mayor igualdad —o integración social— garantizaba el proceso de acumulación del capital. Aparecían los derechos sociales.
Hoy hablamos de derechos, pero no tenían ese mismo significado doscientos
años atrás. Aunque la evolución de los derechos de ciudadanía no es lineal, ya que
depende de diversas variables como el país, el sexo o la etnia, podemos trazar su
evolución de forma analítica. Ser ciudadano significa que, además de ser personas
libres e iguales ante la ley, se está reconocido como sujeto con capacidad política.
El Estado se compromete a garantizar unos niveles mínimos de bienestar y seguridad económica que permitan vivir de acuerdo con los estándares de vida que
prevalecen en lo que venimos denominando un Estado del bienestar, etapa en la
que la política social hizo posible que la democracia —junto al desarrollo de los
derechos de ciudadanía— fuera unida al crecimiento sostenido de la actividad
económica.
¿Cuál es la incidencia de la política social sobre el sistema capitalista? Existe
una tensión entre el reconocimiento de la ciudadanía y la estructura desigual de
las sociedades modernas, en la que los derechos sociales mitigan, aunque no eliminan, las desigualdades (Montagut, 2010). Redistribuyendo, en cierta medida,
algunos de los recursos se ha intentado mejorar la posición que los más desfavorecidos ocupan en el entramado de la estructura social. En este sentido puede ser
interpretada como una política paliativa, que suaviza los destrozos sociales que
la lógica del sistema capitalista provoca en determinados colectivos o personas
con grados de vulnerabilidad, y contribuye a crear sociedades más cohesionadas
que permitan el avance hacia una buena sociedad, o una sociedad donde los ciudadanos, por el mero hecho de serlo, tengan acceso a la oportunidad de ejercer
sus derechos. Este modelo, base de los Estados del bienestar modernos, entró en
dificultades hacia el último tercio del siglo xx. Se inicia con la Crisis del Petróleo,
pero en su devenir inciden muchas más variables, que planteadas conj
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