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Bob López, cumplió con su deber militar y fue admirado por su nobleza, al recoger los cuerpos de otros soldados que caían en pleno combate. Pasada la guerra, ese acto de valentía y amor al prójimo, hizo que lo premiarán y reconocieran como la primer persona de color en ser nominada y salir ganadora del trofeo mundial de “ayuda desinteresadamente”. Es entonces que Bob reflexiona profundamente y llega a una conclusión, de que no importaba lo que era por fuera, lo que realmente valía era su interior, y así fue, Bob López cambio su nombre al original, Roberto ahora se hacía llamar, Roberto López, una persona orgullosa de ser cómo es, amaba mucho su físico, su color de piel, sus defectos, sus virtudes, habilidades, etc..
Y después de haber recogido su trofeo regresó a su patria con las esperanzas de ver a su familia, en especial a su madre, para decirle cuánto la amaba y que ahora ya no le importaba si se parecia a un “gringo” o no. Cuando llegó, era de ocaso en el cielo, las aves tristes volaban, y su barrio ya no era el de antes, pues al dirigirse con marcha apresurada a su hogar, un vecino lo reconoció y le emocionado le dijo: “robertoo!!, Qué felicidad verte de nuevo por acá, veo que ya no te maquillas y te pones ropa ajustada, veo que ahora te amas y aceptas tal y como eres, que bueno… (le salió unas lágrimas a su vecino), tengo que decirte esto de una buena vez, tú mamita querida y adorada falleció, se despidió de este mundo una semana antes de que vinieras, su partida nos destruyó a todos, dejó un hueco impregnado en el corazón de cada uno de la comunidad, ella eran tan cariñosa con nosotros, nos apoyaba cuando necesitábamos de alimentos, ahora que ya no está, sólo queda recordarla como una gran persona…”.
Roberto al escuchar eso, quedó atónito, pensó que le estaban bromeando, pero cuando llegó a su casa, no la encontró, rompió a llorar Roberto, no podía creer tal suceso.
Habiendo pasado 3 meses después de la partida de su madre, Roberto López EN MEMORIA DE ELLA, se dedicó a crear campañas de reflexión y ayuda para que las personas aprender a quererse y aceptarse tal y como son Y que aprendan a respetar a los demás. Esta campaña se extendió por todo el mundo y logró cumplirla. Y López Roberto, vivió feliz para siempre.
Al final de la guerra, Boby y José María regresaron al Perú con sus medallas e insignias. Boby decidió usar su nombre real, porque se dio cuenta que no importara cómo era por fuera, lo importante era cómo era por dentro.
Al llegar a su barrio, todo el vecindario lo miró y empezó a contarle sus historias de la guerra, luego, al llegar a su casa, fue a buscar a su madre y le contó por todo lo que había pasado y le dijo que él ya no sería como antes, ahora sería él mismo, en ese momento, los dos lloraron de alegría y empezaron a contarse lo que les había pasado cuando él se fue