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l distrito en el que trabajo se llama Galilea y está a cuatro horas en chalupa (bote a motor) desde la provincia de Condorcanqui, región Amazonas. Estamos en la entrada del río Santiago, un lugar alejado, cerca a la frontera con Ecuador. En mi centro de salud solo contamos con un oxígeno. Si se presentaran varios pacientes con síntomas graves, prácticamente perderíamos a esa gente y no los vamos a poder atender.
Este mes hemos comenzado a registrar más contagios. Solo en los últimos diez días hemos tenido más de 15 casos en nuestro distrito. Ha incrementado y los compañeros están tomando las muestras a más gente. En los primeros días estuvimos tranquilos, no había ningún caso porque gracias a las autoridades, las fuerzas armadas y las rondas se cerraron todas las entradas. Pero, conforme fue avanzando el tiempo, ha llegado gente de otras regiones, con certificados médicos, eso nos ha afectado y comenzaron los contagios.
A mí me gustaba salir a jugar, casi todos los días lo hacía. Eso es lo que más extraño y también estar con mis familiares. Tenía pensado en estos meses salir a estudiar, pero por este problema de la pandemia todo se ha suspendido. También he estado pasando momentos muy difíciles en mi vida personal, y cuando lo estaba arreglando llegó la emergencia.
En mi puesto de salud no estamos preparados para enfrentar una pandemia, no contamos con los materiales ni insumos médicos. Esto también nos hace entender que nuestros gobernantes, no han previsto cómo nos iba a afectar a nosotros, los pueblos amazónicos. Yo creo que se debería invertir más en salud, porque ahora hemos visto el problema de no hacerlo. La gente también debería ser más responsable consigo misma y para bien de su familia. Lo que veo es que a veces la misma población no hace caso de lo que nosotros como personal de salud les decimos. No están preparados para este problema. Siento que nos falta también informar mejor a la población para prevenir. Siento que nos ha faltado mucho, mucho.
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Explicación:En un intento desesperado por frenar la expansión del coronavirus , China ha decidido aislar bajo cuarentena Wuhan, epicentro del brote, junto con otra decena de ciudades. Ni las epidemias son un fenómeno nuevo, ni tampoco el aislamiento de individuos o comunidades para frenar los contagios, una práctica que, aunque se ha ido sofisticando, tiene ya 3.000 años de antigüedad. ¿Ha demostrado en el pasado ser una medida eficaz?
Históricamente, la cuarentena fue utilizada como un método drástico para contener la expansión de enfermedades contra las que la medicina no tenía recursos. Frente a la lepra o la famosa peste bubónica, contra la fiebre amarilla, el cólera, el tifus o la llamada gripe española de 1918, era el último recurso en un mundo mucho más interconectado de lo que a menudo se cree, donde la propagación de enfermedades era en muchas ocasiones global.
Algunas de las primeras referencias existentes de la necesidad de aislar a los enfermos para evitar contagios se encuentran en el Antiguo Testamento, y posteriormente, en los escritos de Hipócrates del siglo V aC. Pero fue en la mortífera plaga de Justiniano (siglo VI dC aunque con sucesivas oleadas hasta el siglo VIII en el imperio bizantino y un área comprendida entre de Europa, Asia y África), cuando se adoptaron medidas masivas de aislamiento, mezcladas con la marginación oportunista de colectivos a los que, por motivos étnicos o religiosos, se culpaba de la enfermedad.
En el mundo islámico, el aislamiento de grupos de enfermos, incluidos aquellos con lepra, puede rastrearse en el año 706, cuando el califa omeya, Al-Walid, construyó el primer hospital islámico en Damasco, con secciones separadas para los pacientes con lepra. Durante la Edad Media, la construcción de leproserías se difundió a lo largo de toda Europa, donde llegaron a haber 19.000.
Las técnicas de aislamiento se han utilizado durante milenios pero las cuarentenas nacieron en la Edad Media
Sin embargo, el uso moderno del término cuarentena propiamente dicha, como procedimiento formal para el control de una epidemia, se introdujo en el siglo XIV en los años posteriores a la Peste Negra. En 1377, la colonia veneciana de Ragusa (hoy Dubrovnik), entonces un importante puerto, puso funcionamiento el primer sistema institucionalizado de cuarentena de la historia. La palabra quarantena, en italiano, refería a los cuarenta días de espera impuestos a los barcos y personas como medida de prevención. Este período de aislamiento resultó ser bastante efectivo para verificar el estado de salud de los pasajeros ya que, según estimaciones actuales, la peste tenía un ciclo de menos de 40 días desde la infección hasta la muerte.
La ciudad incluso construyó un centro de aislamiento -llamado lazzaretto- en una isla cercana, donde se enviaba a las tripulaciones de barcos infestados para permanecer allí hasta su muerte o recuperación. La construcción de centros de cuarentena se propagó en varias ciudades de Europa y América del Norte hasta el siglo XIX.