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Respuesta:
ExParece evidente el obstáculo con el que nos encontramos cuando intentamos
definir lo fantástico: no existen unos límites formales que puedan ayudarnos a conseguir
un enunciado claro y preciso. Toda definición que examinemos, aunque pueda ayudarnos
a acotar el marco en el que se encuentra, tanteará los conceptos de ‘lo real’ y ‘realidad’,
con lo que el acercamiento a lo fantástico no vendrá exento de problemas. Parece una
duda razonable preguntarnos acerca de la formación de este término y, si bien intentamos
ver el problema que supone su definición, puede resultar oportuno consultar la entrada de
fantástico en el diccionario. Así, tomando el Diccionario de la Real Academia Española
(DRAE) como punto de partida, se nos dice que es algo “quimérico, fingido, que no tiene
realidad y consiste solo en la imaginación”1
. El desorden en esta definición es manifiesto:
considera lo fantástico como un antónimo de ‘realidad’ y que, por lo tanto, ‘no existe’.
Sin embargo, lo fantástico sí existe. En el mismo momento que lo podemos considerar,
estamos aceptando que tiene una realidad ciertamente compleja, con lo que este
‘simulacro de realidad’ que parece dibujarnos el DRAE no resulta lo suficientemente
preciso. Podemos repetir este ejercicio y consultar entradas de fuentes más específicas
que el diccionario de la lengua, donde tal vez podremos encontrar definiciones más
escrupulosas. plicación: