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Los conflictos internos e internacionales
Fueron varios los enfrentamientos que los hombres del interior llevaron a cabo contra el gobierno nacional. Caudillos como el riojano Ángel Chacho Peñaloza o el catamarqueño Felipe Varela contaron con la adhesión de otros dirigentes y de un sector del pueblo. El reclamo se debía a que en muchas provincias se vivía en condiciones de pobreza absoluta. El pueblo veía en los caudillos una defensa contra los abusos del poder central. Resistían, así, a lo que consideraban un atropello a las autonomías provinciales.
Durante la presidencia de Bartolomé Mitre, los levantamientos fueron duramente reprimidos. Lo mismo sucedió en el gobierno de Domingo F. Sarmiento con Ricardo López Jordán. Este caudillo entrerriano –antiguo lugarteniente de Urquiza–, desencantado con la política conciliadora, realizó tres revoluciones para tomar el poder en su provincia.
Las rebeliones internas no fueron los únicos obstáculos; se combinaron con una guerra internacional. En pleno proceso de organización, el gobierno argentino, aliado con Uruguay y el Brasil, participó en una guerra contra el Paraguay, que se prolongó durante cinco años. La Triple Alianza unió en un tratado a la Argentina, Uruguay y el Brasil contra Francisco Solano López, el presidente paraguayo.
Las razones del enfrentamiento fueron diversas: fronteras que todavía no estaban delimitadas, ambiciones territoriales, intereses económicos y comerciales. Bartolomé Mitre dirigió el Ejército, mientras que las fuerzas navales eran comandadas por los brasileños. Pese a lo previsto, el conflicto se extendió más allá de su gobierno. Finalmente, durante la presidencia de Sarmiento, finalizó la contienda. El Paraguay fue derrotado y perdió gran parte de su población. La resolución del conflicto llevó a que se fijara el límite entre la Argentina y el Paraguay, y que la Argentina incorporara parte de la zona chaqueña.
La guerra fue muy impopular. Los recursos que se gastaron en ella llevaron a abandonar tareas básicas, como la defensa de la frontera con los indígenas y la realización de obras imprescindibles.
El gran número de dificultades por las que tuvo que atravesar la organización del Estado demostraba que la vida política estaba aún muy lejos de ordenarse. La llegada de Nicolás Avellaneda a la presidencia en 1874 provocó una rebelión encabezada por Bartolomé Mitre.
El ex presidente argumentaba que había habido fraude en las elecciones. Mitre fue derrotado nuevamente y se estableció la conciliación. Sin embargo, el final del mandato de Avellaneda fue cuestionado por la revolución de Carlos Tejedor, el candidato que había perdido frente a Julio A. Roca en las elecciones para la sucesión. El triunfo de este último en un enfrentamiento sangriento en las calles porteñas terminó con una cuestión pendiente desde 1862: cuál sería la capital de la nacion