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Los primeros representantes del género Homo aparecieron en África hace unos 2,5 millones de años, siendo estos los denóminados Homo habilis. Posteriormente otras formas del género Homo que llamamos Homo erectus, son las primeras que se expanden por Eurasia y las que se encuentran ya hace 1,8 millones de años en el importante yacimiento arqueológico de Dmanisi, en Georgia. Algunos de estos Homo erectus destacan por su gran estatura y por sus proporciones corporales, bien distintas de las formas precedentes.
Posteriormente fueron apareciendo distintas formas o grupos humanos que para unos especialistas serían nuevas especies y para otros, variantes de un único grupo, como resultado del aislamiento genético, de los diferentes factores microevolutivos, y de las condiciones ambientales en las que vivían.
El estudio detallado de los fósiles humanos ha permitido conocer como eran esas gentes, y su formas de vida. Así se sabe por ejemplo, que en el género Homo había un mayor volumen endocraneal que en los fósiles anteriores, y que aumenta progresivamente hasta alcanzar o superar los 1000 cc. Además se han encontrado evidencias de la talla y manejo de instrumentos líticos en fechas muy antiguas (las más antiguas, Gona, 2,6 millones de años) y evidencias del uso del fuego de forma intencionada hace unos 800.000 años.
Los Neandertales destacan entre los representantes del género Homo. Eran gentes que desarrollaron un comportamiento simbólico, incluyendo el tratamiento funerario de algunos individuos (niños o adultos) y que desaparecieron misteriosamente hace unos 30.000 años aproximadamente. Entonces quedaron como únicos representantes del género, los Homo sapiens sapiens, que como los otros integrantes del género Homo, destacan por su gran capacidad de adaptación a los distintos medios ambientes y climas, con diferente acceso a los recursos y medios de subsistencia, y cuyo origen continúa siendo motivo de investigación por los especialistas en Paleoantropología y Evolución humana.