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Perú es un país megadiverso, es decir, es parte del grupo de 17 países que albergan la mayor parte de la biodiversidad del planeta, incluyendo una gran variedad de especies endémicas que no se pueden hallar en ningún otro punto del globo. Debido a esa condición, Perú ha sido uno de los mayores centros de domesticación de cultivos del mundo y especies como la papa, la quínoa o la maca han visto su origen en este país.
Durante siglos, los antiguos habitantes del Perú consiguieron transformar especies silvestres poco productivas o tóxicas en alimentos de alto valor nutritivo y buena productividad. Muchos de esos alimentos son actualmente de uso cotidiano o experimentan una fuerte expansión en el mercado global. Debido a este historial agrícola, Perú se ha consolidado a día de hoy como un importante país productor de alimentos, siendo la agricultura de exportación una significativa fuente de ingresos para el país.
Sin embargo, a diferencia de la agricultura practicada por los antiguos pobladores del país, la agricultura moderna, o mejor dicho la agroindustria, ya no es tan dependiente del medio ambiente, olvidando la importancia de la fertilidad de los suelos o los periodos de lluvias que alimentan las fuentes de agua para los sistemas de irrigación. Hoy en día la agricultura “convencional” se sustenta en riego tecnificado y uso extensivo de fertilizantes químicos, generalmente derivados del petróleo.
Tal ha sido el cambio que hoy en día se pueden ver grandes superficies de arándanos, especie originaria de los bosques templados del hemisferio norte, en el desierto de la costa peruana, uno de los desiertos más áridos del planeta. Lo mismo ocurre con los espárragos, cultivo del cual Perú se enorgullece de ser el uno de los principales productores a escala mundial así como el mayor exportador. En el caso de esta especie, tiene su origen en los sotobosques de la cuenca mediterránea. Entre los principales productos producidos en Perú se cuentan paltas, mangos, uvas, granadas, hortalizas, café y cacao. A excepción de los dos últimos, la mayoría de estos cultivos de exportación se encuentran en la costa peruana, y son alimentados por sistemas de riego tecnificado (por goteo), para maximizar la eficiencia hídrica. Es decir, el desarrollo de la agricultura en el Perú se fundamenta en el imperativo económico, atrayendo inversión de grandes capitales que buscan optimizar ganancia en corto plazo, pero dejando de lado los posibles impactos medioambientales que puedan ocurrir.
FALTA DE ENTENDIMIENTO DEL CONCEPTO “SOSTENIBILIDAD”
Este es un problema que no solo afecta a Perú, sino a la gran mayoría de países en el mundo, incluso aquellos considerados países desarrollados. De acuerdo a lo discutido por Constance (2010) el concepto de sostenibilidad es todavía discutido por diferentes sectores de la población, especialmente por la agroindustria, de manera que estos grupos explotan al máximo la ambigüedad de este término para enmarcar el concepto “agricultura sostenible” dentro de sus propios intereses. Un ejemplo a este problema es el cómo organismos modificados genéticamente podrán ser incluidos como parte del plan nacional estadounidense de agricultura sostenible.
Primeramente, para entender bien por qué esta falta de definición de sostenibilidad es perjudicial para los intereses generales de la sociedad, hay que comprender lo que significa realmente agricultura sostenible. Según lo define la OECD (Organización para la cooperación económica y el desarrollo), “agricultura sostenible es aquel tipo de agricultura cuya producción es económicamente viable y no ocasiona impactos a largo plazo en el medio ambiente”, una definición que es totalmente opuesta al modelo actual de desarrollo agrario del Perú, pese a ser un término incluido en sus políticas.
De acuerdo a esa definición, el punto que hay que recalcar es el no ocasionar impactos medioambientales a largo plazo. Sin embargo, la agricultura moderna es una de los mayores contribuyentes en emisiones de gases de efecto invernadero, así como la principal causa de pérdidas de agua dulce de los ríos, impactos cuyas consecuencias serán más graves en el futuro (FAO 2009). Asimismo, también se puede considerar a la expansión de la frontera agrícola una de las principales causas de destrucción de ecosistemas en el Perú.
Casos como la destrucción sistemática de la reserva de Chaparrí, tala indiscriminada de algarrobos en los bosques costeros o deforestación en la Amazonía para plantar palma aceitera son ejemplos de cómo el desarrollo de la actividad agrícola en Perú no tiene en consideración los efectos a largo plazo en el medio ambiente.