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1865 «La mayor parte de los reformadores protestantes se declararon decididos adversarios del escolasticismo. Los pensadores católicos, así en España como en Italia, tomaron la defensa de este caduco sistema filosófico, considerando erradamente que la forma de la ciencia, que se transforma y muda, se hallaba ligada a las imperecederas verdades de la revelación, que eternas quedan y en todo cambio permanecen. Por esta causa desde mediados del siglo XVI hasta principios del XVIII, la ciencia ibérica abate sus vuelos, y olvidando las enseñanzas de los Lulios y Vives, Morcillos y Pereiras, se encierra en la dialéctica infecunda del ergo, del concedo y del distinguo, pretendiendo negar la ley de transformación que gobierna el universo, ya por medio de la muerte de los individuos en el orden físico, ya por medio de la desaparición de las formas científicas en el orden intelectual.» «Como obras de tendencia filosófica sólo podrían citarse el breve Diccionario crítico-burlesco de don Bartolomé José Gallardo, impregnado de volterianismo, y las voluminosas producciones del Filósofo rancio, (el P. Alvarado), templadas aún en las turbias aguas del escolasticismo decadente de la edad media.» (Luis Vidart, «Apuntes sobre la historia de la filosofía en la Península Ibérica. (Conclusión)», Revista hispano-americana, política, económica, científica y literaria, Madrid, 12 de agosto de 1865, tomo III, entrega 7ª, año II, nº 17, págs. 260-261 y 264; en La filosofía española. Indicaciones bibliográficas, Imprenta Europea, Madrid 1866, págs. 80-81 y 113-114.)