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Las fábulas son relatos breves, generalmente en verso, que expresan enseñanzas morales de la vida mediante animales que se comportan como seres humanos.
Es un género de larguísima tradición, las más antiguas se remontan al siglo VI a.C., y han servido como instrumento didáctico: a través de los animales, el hombre habla de manera indirecta sobre sí mismo y su relación con los demás, resaltando cualidades y defectos de la conducta humana.
Felix María de Samaniego vive en la época de Carlos III (siglo XVIII), en el momento en que la Ilustración está en su momento cúlmen. La mentalidad ilustrada busca transformar la sociedad, luchar contra la ignorancia, la opresión y la injusticia, y utilizar el progreso de la ciencia y la técnica para mejorar la vida de los ciudadanos. Samaniego pertenció a la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País, y para ella escribió sus fábulas.
Un panal de rica miel. Antología de fábulas
Félix M. Samaniego
Selección de Mª Victoria Sotomayor
Ilustraciones de Iban Barrenetxea
Editorial Luis Vives, 2011
Mª Victoria Sotomayor, profesora de la Universidad Autónoma de Madrid y especialista en Literatura infantil y juvenil, ha realizado la selección de las fábulas de esta edición y ha escrito una interesante introducción llena de aportaciones teóricas sobre el género y el autor.
Destacamos las bonitas ilustraciones de Iban Barrenetxea siempre tan detalladas, elegantes y sugerentes, llenando de ambiente y de belleza el libro y despertando el gusto estético en el lector.
Félix M. Samaniego nació en Laguardia (Álava) en 1745, en el seno de una familia noble y recibió una educación propia de una clase social acomodada, con fuerte influencia francesa.
Los ilustrados pensaban que la cultura era un elemento clave para los cambios que pretendían y crearon instituciones como las Sociedades Económicas de Amigos del País, que tenían como principal objetivo la difusión de la cultura y la educación de los jóvenes. Les preocupaba la educación de los jóvenes porque pensaban que en ellos estaba la base para conseguir la sociedad nueva, moderna y culta que querían construir.
Samaniego estaba convencido que la literatura podía ser un excelente medio para formar buenos ciudadanos. Por ello empezó a escribir estos pequeños relatos en verso. Pensaba que si eran de agradable sonido y contaban historias cercanas a la vida cotidiana, serían del gusto de niños y jóvenes y servirían para enseñarles los defectos que debían evitar. En esas sencillas historias se habla de la tolerancia, prudencia o generosidad y se critican, entre otras cosas, la avaricia, el abuso de los poderosos y la ingratitud.
El didactismo y el abuso de esta pretensión educadora en los textos dirigidos a los niños ha sido muy denostado en nuestra época, sobre todo, cuando no se le supone al lector cierta avidez mental que le permita llegar a conclusiones similares a través de otras formas de contar mucho más ricas literariamente.
Pero no es el caso de las fábulas de Samaniego, que con la imprimación del tono de humor, supo componer estos relatos de enseñanza de la vida en forma poética, cargados de un amplísimo vocabulario y una cuidada composición semántica. Los lectores avanzados podrán disfrutar y abordar la lectura de textos muy singulares.
El éxito que tuvieron en su momento estas fábulas, se ha mantenido durante más de dos siglos.
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