Relacionar las razones que forman una proporcion 1:5 8:5 16:10 21:9 6:9 4:6 7:14 3:15 2:5 3:6 7:3 8:20 Para geometria urgente

Respuestas

Respuesta dada por: gianmalpartida16
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1. El concepto matemático

de razón

Una de las situaciones matemáticas

más frecuente en todos los Cua-

dernos anteriores ha sido, sin duda, la de

relacionar dos cantidades: lo hemos hecho

al sumarlas y restarlas, o al multiplicarlas y

dividirlas. En particular, al relacionarlas me-

diante la resta y la división, estamos compa-

rándolas. Hay, pues, dos tipos de compara-

ciones entre números: las que nos permiten

averiguar cuál es el mayor calculando la di-

ferencia existente entre ambos, o bien, cal-

culando cuántas veces el mayor contiene al

menor. En la primera situación hablamos de

comparaciones o relaciones aditivas y en la

segunda, de relaciones multiplicativas.

Una razón es una relación

multiplicativa entre dos núme-

ros naturales diferentes de 0.

Hablamos así de la razón “dos a tres”,

“1 a 10”, “7 a 4”, etc. Por ejemplo, si en un

grupo de personas hay 18 hombres y 27 mu-

jeres, diremos que la razón entre el número

de hombres y el de mujeres es de “2 a 3”, es

decir, que “hay 2 hombres por cada 3 mu-

jeres”. En este caso, la razón entre el núme-

ro de mujeres y el de hombres es la inversa,

de “3 a 2”, es decir, que “hay 3 mujeres por

cada 2 hombres”.

Como avisábamos en el Cuaderno ante-

rior, hay que saber distinguir entre los con-

ceptos de razón y de fracción. Este último

alude a la relación –también multiplicati-

va- entre la parte y el todo respectivo. En el

ejemplo anterior, 2/5 representa la fracción

–ya simplificada- correspondiente al núme-

ro de hombres (18) con respecto al total de

personas presentes (18 + 27 = 45). En el con-

cepto de razón no está presente esta relación

de carácter parte-todo.

También puede ser útil recordar los orí-

genes históricos de este objeto matemático

llamado razón. Para ello citamos unos pá-

rrafos del Cuaderno no 9: “Los pitagóricos

(s. VI a.C.) consideraban como números so-

lamente a los números naturales. Pensaban,

además, que la naturaleza se reducía a estos

números, en el sentido de que todo objeto

podía expresarse con un número (la medida

de su magnitud), y las relaciones entre ob-

jetos (entre sus magnitudes), siempre como

una relación entre números naturales.

“Para lograr esta relación suponían que

siempre funcionaría el principio de conmen-

surabilidad, es decir, que dadas dos magni-

tudes (por ejemplo, dos segmentos), siem-

pre era posible encontrar una magnitud (un

segmento) menor que “encajara” un número

exacto de veces en cada una de las dos mag-

nitudes (los dos segmentos) relacionadas. Es

decir, dados los segmentos a y b, podía su-

ceder que ni a encajara un número exacto

de veces en b, ni viceversa. Pero entonces,

siempre era posible encontrar un segmento

menor c, tal que estuviera contenido “n ve-

ces” en a y “m veces” en b, con lo que la re-

lación entre a y b podía denotarse mediante

la expresión n/m.

“Por ejemplo (ver Figura), si la longitud

de un segmento a era “una vez y media” la

de un segmento b, c sería la mitad del seg-

mento b, con lo cual b contendría 2 “mini-

segmentos” c, y a, 3 “minisegmentos” c; así,

la relación entre a y b vendría dada por la

relación 3/2, es decir, “como 3 es a 2”.

a

b

c

“Pero esta relación y su expresión como

aparente “cociente” de dos números na-

turales no era considerada como un nuevo

número –una fracción, la expresión de una

relación parte/todo-, sino como una razón

entre ambas magnitudes, es decir, como la

expresión numérica de la relación entre ellas,

sin que ambas estuvieran necesariamente li-

gadas como un par “parte/todo” (de hecho,

en el ejemplo anterior, los dos segmentos

son independientes). En la Aritmética de los

griegos no existieron, pues, las fracciones

como números al estilo de los babilonios y

egipcios”.

Por cierto, este modelo numérico de ar-

monía –de razones entre números naturales-

para todos los objetos medibles de la natura-

leza se quebró cuando trataron de colocar en

una relación conmensurable algo tan simple

como el lado de un cuadrado y su diagonal.

Los mismos pitagóricos demostraron que

esto no era posible, que si el lado medía 1, la

diagonal debería medir √2, valor inconmen-

surable con 1. Por eso los números como

√2 se denominan “irracionales”, porque no

pueden expresarse como una razón conmen-

surable con la unidad. “Hasta ese momen-

to los griegos habían identificado número y

geometría, pero la existencia de razon

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