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El 6 de agosto de 1940 Salvador Abascal tomó la dirigencia de la Unión Nacional Sinarquista (UNS). Su padre era abogado y un hacendado de clase, quien fue un miembro importante de la Unión Popular, o la “U”. Antonio Santacruz, el jefe de La Base, conocía a Abascal desde 1935, y fue él quien lo nombró como el nuevo jefe de La Base. Según un informe ahora desclasificado que escribió Harold Braman el 30 de marzo de 1942: “Los agentes alemanes han. . . tramado un plan para que los falangistas españoles tomen control de buena parte de la directiva activa de la unión, por el deseo de mantener todo con una cultura y lenguaje españoles para el consumo público. Abascal probó ser el “paniaguado” ideal como dirigente, pues aceptaría órdenes y tenía buenas relaciones con el arzobispo de México. . . Fue educado en el seminario de Morelia, cuando el rector era Luis María Martínez, ahora arzobispo de todo México. Hizo gran amistad a la sombra de esta poderosa figura de la Iglesia, y mostró afición por el trabajo político agresivo de la Iglesia”.
Entre los predecesores de Abascal estaba José Antonio Urquiza, quien, aunque no era un jefe oficial de la UNS, devino en un ídolo del grupo cuando lo asesinaron el 11 de abril de 1938. La UNS alegaba que lo asesinaron por órdenes del presidente Lázaro Cárdenas, aunque después se supo que fue uno de sus propios peones. Como sea, la UNS le dio el trato de mártir, comparable a José Antonio Primo de Rivera, el fundador de la Falange en España.
El primer jefe oficial de la UNS fue José Trueba, desde su fundación hasta octubre de 1938. Le siguió Manuel Zermeño Pérez, hasta agosto de 1940. A él lo apuñalaron en un mitin sinarquista el 12 de enero de 1939 en Tepic, Nayarit.
Abascal era un fascista antisemita bien decidido a acabar con la Revolución Mexicana, de la que responsabilizaba, al igual que sus compañeros sinarquistas, a las actividades que el embajador estadounidense Joel Poinsett realizó en 1822. Una muestra típica de su mentalidad son dos libros que escribió después de encabezar la UNS, pero aún como dirigente de La Base: La revolución antimexicana (1978) y La Constitución de 1917, destructora de la nación (1984). Bajo su mando, la UNS fue antiestadounidense y pro falangista.
Aunque negaba que él y la UNS fueran nazis, Abascal propagaba la línea antisemita y antiestadounidense urdida en Berlín por el nazi Instituto Iberoamericano de Wilhem von Faupel: “Solo la fe en la cultura hispana, en la Hispanidad, y en la integración política de toda Hispanoamérica, puede librarnos del hipócrita imperialismo judío–yanqui, cuyo único objetivo es la destrucción de nuestra esencia”.
En la Tercera Reunión Nacional Sinarquista realizada en octubre de 1941, Abascal anunció que encabezaría la colonia de Baja California, y que le entregaría la dirigencia de la UNS a Manuel Torres Bueno, quien tomó posesión el 13 de diciembre de 1941. Como demostramos antes, el proyecto de colonización estaba diseñado para servir a los intereses de las potencias del Eje. El propio Torres Bueno era un colaborador cercano del nazi Helmuth Schreiter, y también de Abascal. Sin embargo, después de lo de Pearl Harbor, Santacruz y el Consejo Supremo de La Base presionaron fuertemente a Torres Bueno para que cambiara la línea de la UNS y que le negara a Abascal los recursos que necesitaba para sacar adelante el proyecto de colonización.
En diciembre de 1942 Abascal regresó a la Ciudad de México y empezó a oponerse al cambio que la UNS estaba experimentando. En julio de 1943 leyó algunos ejemplares de El Sinarquista, en donde los nombres de Miguel Hidalgo y José María Morelos, dos sacerdotes católicos que encabezaron el movimiento de Independencia de México, a quienes él consideraba como traidores, aparecían al mismo nivel que el emperador Agustín de Iturbide, quien, según él y el agente jesuita Bernard Bergoend, era uno de los mayores héroes de México. Abascal también estaba en desacuerdo con la forma en que El Sinarquista caracterizaba la política del “Buen Vecino” de Roosevelt como absolutamente sincera. Abascal veía en los Estados Unidos el enemigo de México, y decía que nunca había creído en la política del Buen Vecino, y que jamás lo haría en tanto los EU no se convirtieran al catolicismo”.
En 1943 remplazaron a Alfonso Trueba, el director de El Sinarquista, porque no quería imprimir artículos pro estadounidenses. En diciembre de 1943 Torres Bueno declaró que el sinarquismo apoyaría el panamericanismo y la unidad continental. Abascal presentó reparos.
En abril de 1944 Abascal le escribió a Torres Bueno diciéndole que lo molestaba igual el enterarse de la exoneración de Benito Juárez en un mitin realizado en León. Abascal consideraba un traidor a Juárez, quien, al convertirse en Presidente de México en 1867, forjó una alianza con el presidente estadounidense Abraham Lincoln durante la Guerra Civil en los EU. Torres Bueno rompió esta opinión común entre los sinarquistas como parte de la adaptación oportunista de la UNS al esfuerzo bélico que encabezaban los EU.
Abascal también le reprocha en una carta a Torres Bueno lo que consideraba era el acto más vergonzoso: poner al mismo nivel el cristianismo del pueblo mexicano con el de los EU protestantes. Abascal escribió que pensaba que el destino era la cultura hispana y la batalla ideológica contra el imperialismo yanqui.
El 6 de agosto de 1940 Salvador Abascal tomó la dirigencia de la Unión Nacional Sinarquista (UNS). Su padre era abogado y un hacendado de clase, quien fue un miembro importante de la Unión Popular, o la “U”. Antonio Santacruz, el jefe de La Base, conocía a Abascal desde 1935, y fue él quien lo nombró como el nuevo jefe de La Base. Según un informe ahora desclasificado que escribió Harold Braman el 30 de marzo de 1942: “Los agentes alemanes han. . . tramado un plan para que los falangistas españoles tomen control de buena parte de la directiva activa de la unión, por el deseo de mantener todo con una cultura y lenguaje españoles para el consumo público. Abascal probó ser el “paniaguado” ideal como dirigente, pues aceptaría órdenes y tenía buenas relaciones con el arzobispo de México. . . Fue educado en el seminario de Morelia, cuando el rector era Luis María Martínez, ahora arzobispo de todo México. Hizo gran amistad a la sombra de esta poderosa figura de la Iglesia, y mostró afición por el trabajo político agresivo de la Iglesia”.
Entre los predecesores de Abascal estaba José Antonio Urquiza, quien, aunque no era un jefe oficial de la UNS, devino en un ídolo del grupo cuando lo asesinaron el 11 de abril de 1938. La UNS alegaba que lo asesinaron por órdenes del presidente Lázaro Cárdenas, aunque después se supo que fue uno de sus propios peones. Como sea, la UNS le dio el trato de mártir, comparable a José Antonio Primo de Rivera, el fundador de la Falange en España.
El primer jefe oficial de la UNS fue José Trueba, desde su fundación hasta octubre de 1938. Le siguió Manuel Zermeño Pérez, hasta agosto de 1940. A él lo apuñalaron en un mitin sinarquista el 12 de enero de 1939 en Tepic, Nayarit.
Abascal era un fascista antisemita bien decidido a acabar con la Revolución Mexicana, de la que responsabilizaba, al igual que sus compañeros sinarquistas, a las actividades que el embajador estadounidense Joel Poinsett realizó en 1822. Una muestra típica de su mentalidad son dos libros que escribió después de encabezar la UNS, pero aún como dirigente de La Base: La revolución antimexicana (1978) y La Constitución de 1917, destructora de la nación (1984). Bajo su mando, la UNS fue antiestadounidense y pro falangista.
Aunque negaba que él y la UNS fueran nazis, Abascal propagaba la línea antisemita y antiestadounidense urdida en Berlín por el nazi Instituto Iberoamericano de Wilhem von Faupel: “Solo la fe en la cultura hispana, en la Hispanidad, y en la integración política de toda Hispanoamérica, puede librarnos del hipócrita imperialismo judío–yanqui, cuyo único objetivo es la destrucción de nuestra esencia”.
En la Tercera Reunión Nacional Sinarquista realizada en octubre de 1941, Abascal anunció que encabezaría la colonia de Baja California, y que le entregaría la dirigencia de la UNS a Manuel Torres Bueno, quien tomó posesión el 13 de diciembre de 1941. Como demostramos antes, el proyecto de colonización estaba diseñado para servir a los intereses de las potencias del Eje. El propio Torres Bueno era un colaborador cercano del nazi Helmuth Schreiter, y también de Abascal. Sin embargo, después de lo de Pearl Harbor, Santacruz y el Consejo Supremo de La Base presionaron fuertemente a Torres Bueno para que cambiara la línea de la UNS y que le negara a Abascal los recursos que necesitaba para sacar adelante el proyecto de colonización.
En diciembre de 1942 Abascal regresó a la Ciudad de México y empezó a oponerse al cambio que la UNS estaba experimentando. En julio de 1943 leyó algunos ejemplares de El Sinarquista, en donde los nombres de Miguel Hidalgo y José María Morelos, dos sacerdotes católicos que encabezaron el movimiento de Independencia de México, a quienes él consideraba como traidores, aparecían al mismo nivel que el emperador Agustín de Iturbide, quien, según él y el agente jesuita Bernard Bergoend, era uno de los mayores héroes de México. Abascal también estaba en desacuerdo con la forma en que El Sinarquista caracterizaba la política del “Buen Vecino” de Roosevelt como absolutamente sincera. Abascal veía en los Estados Unidos el enemigo de México, y decía que nunca había creído en la política del Buen Vecino, y que jamás lo haría en tanto los EU no se convirtieran al catolicismo”.
En 1943 remplazaron a Alfonso Trueba, el director de El Sinarquista, porque no quería imprimir artículos pro estadounidenses. En diciembre de 1943 Torres Bueno declaró que el sinarquismo apoyaría el panamericanismo y la unidad continental. Abascal presentó reparos.
En abril de 1944 Abascal le escribió a Torres Bueno diciéndole que lo molestaba igual el enterarse de la exoneración de Benito Juárez en un mitin realizado en León. Abascal consideraba un traidor a Juárez, quien, al convertirse en Presidente de México en 1867, forjó una alianza con el presidente estadounidense Abraham Lincoln durante la Guerra Civil en los EU. Torres Bueno rompió esta opinión común entre los sinarquistas como parte de la adaptación oportunista de la UNS al esfuerzo bélico que encabezaban los EU.
Abascal también le reprocha en una carta a Torres Bueno lo que consideraba era el acto más vergonzoso: poner al mismo nivel el cristianismo del pueblo mexicano con el de los EU protestantes. Abascal escribió que pensaba que el destino era la cultura hispana y la batalla ideológica contra el imperialismo yanqui.
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